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Respuesta:
reservó este segundo piso para ser feliz con la hija de uno de ellos, Florina de Dios
Cargamantos, intérprete notable de Mozart, políglota y garibaldina, y la mujer más
hermosa y de mejor talento que hubo nunca en la ciudad: mi madre.
El ámbito de la casa es amplio y luminoso, con arcos de estuco y pisos ajedrezados
de mosaicos florentinos, y cuatro puertas vidrieras sobre un balcón corrido donde mi
madre se sentaba en las noches de marzo a cantar arias de amor con sus primas
italianas. Desde allí se ve el parque de San Nicolás con la catedral y la estatua de
Cristóbal Colón, y más allá las bodegas del muelle fluvial y el vasto horizonte del río
grande de la Magdalena a veinte leguas de su estuario. Lo único ingrato de la casa
es que el sol va cambiando de ventanas en el transcurso del día, y hay que cerrarlas
todas para tratar de dormir la siesta en la penumbra ardiente. Cuando me quedé
solo, a mis treinta y dos años, me mudé a la que fuera la alcoba de mis padres, abrí
una puerta de paso hacia la biblioteca y empecé a subastar cuanto me iba sobrando
para vivir, que terminó por ser casi todo, salvo los libros y la pianola de rollos.
Explicación:
Respuesta:
su intención era expresar sus sentimiento y expresar lo que sentia
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