del libro la biblioteca de los libros vacios
1. ¿Qué pasa cuando Tadeo va camino de casa? 2. ¿Dónde pasa? ¿Qué hace Tadeo? 3. ¿Qué soluciones se proponen en la reunión? 4. ¿A quién mandan? ¿Y cuál es el problema que descubre? 5. ¿Quién va a solucionar el problema? ¿Cómo? 6. Pasado el tiempo ¿qué le ocurre al pueblo y a alguno de sus habitantes?
Respuestas
Insistir en la lectura de los clásicos representa para muchos una vana empresa, carente
de sentido y, ante todo, de practicidad. Pero quienes desean incursionar en el mundo de
la literatura, ya sea por deleite estético o por compromiso académico, la consideración de
tal lectura representa una experiencia llena de sentido y significación.
De allí la importancia de privilegiar su lectura ante lo que se escribe sobre ellos. Es
frecuente que los estudiantes que cursan secundaria, y aun los universitarios, se valgan
de versiones abreviadas simplemente o resúmenes mal elaborados con los que creen
subsanar un real acercamiento a una lectura “formativa”,
en la medida en que los clásicos dan forma a experiencias futuras, al tiempo que
proporcionan paradigmas éticos y estéticos, escalas de valores, términos de comparación.
Ningún libro que hable de otro libro dice más que el libro en cuestión, afirma Italo Calvino
en su obra Por qué leer los clásicos.
Y es que en un clásico se encuentra el mundo, “...llámese clásico a un libro que se
configura como equivalente del universo, a semejanza de los antiguos talismanes”, nos
advierte Italo Calvino y agrega: “un clásico es aquel que no puede ser indiferente y que te
sirve para definirte a ti mismo en relación y quizás en contraste con él”.
A su turno, Borges da una definición en su ensayo Los Clásicos: “Clásico es aquel libro
que una nación o un grupo de naciones en el largo tiempo han decidido leer como si en
sus páginas todo fuera deliberado, fatal, profundo como el cosmos y capaz de
reinterpretaciones sin término...” y añade más adelante: “Clásico no es un libro que
necesariamente tenga tales o cuales méritos; es un libro que las generaciones de los
hombres urgidas por diversas razones leen con previo fervor y con una misteriosa
lealtad”.
Afirma Schopenhauer que no hay un deleite mayor que la lectura de un clásico antiguo;
tan pronto como comienza su lectura se siente uno como lector refrescado, aligerado,
purificado, elevado y fortalecido.
La anterior recomendación quizá sirva de hilo conductor a “una lectura compartida” y, así
mismo, para comprender la importancia de “ir” a las obras mismas, aunque no se lean en
su totalidad; un aparte de un ensayo,