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Estimado Derazte, el resultado lógico de la acción política de los socialistas mexicanos, producto de su ideario político construido a partir de una equivocada caracterización del Estado en México, fue su alianza permanente con las fuerzas cardenistas que estuvieron tanto dentro como fuera del Estado. Después de la alianza entre el cardenismo de 1934–1940 y la permanente división interna de los comunistas mexicanos, el movimiento estudiantil y popular de 1968 abrió espacios políticos que permitieron el surgimiento de una segunda oleada de tipo cardenista conocida bajo el concepto de nacionalismo revolucionario bajo el mando político del líder electricista Miguel Galván (galvanismo), quien aglutinó amplios contingentes populares con la intención de aliarse con los sectores progresistas o cardenistas del PRI y del Estado. El nacionalismo revolucionario fue el movimiento político más relevante de la primera década de los años 70, sin embargo, fue destruido por los gobiernos de Luis Echeverría (1970–1976) y de José López Portillo (1976–1982). La derrota del nacionalismo revolucionario de la primera mitad de los años 70 dio origen a un frenesí aglutinador de los partidos socialistas por fusionarse y participar en las elecciones con mayores posibilidades de ascender en la preferencia de los electores mexicanos. Se fueron abandonando, no reformando, los principios socialistas que abrían el paso franco hacia la desaparición del
socialismo como objetivo de lucha. El cardenismo retomó las banderas del constitucionalismo y optó por la creación de una sociedad capitalista en la que el Estado tuvo una intervención decisiva para proteger a la clase capitalista mexicana de la clase capitalista extranjera, que se había apoderado ya de las ramas de la economía más importantes y que por su poderío económico podía reducir a la nada a la clase empresarial mexicana. El cardenismo es, por tanto, una opción política de la burguesía mexicana, jamás el cardenismo ha sido una opción política socialista, ni siquiera de tipo socialdemócrata. El cardenismo ha sido contrario al socialismo. Son y han sido enemigos en cuanto a sus objetivos históricos, como lo han señalado incluso en diversas entrevistas los descendientes del caudillo de la Revolución Mexicana en su segunda y tercera generación. En cambio el socialismo busca un cambio estructural favorable a los trabajadores, no a favor de la burguesía, como es el objetivo del cardenismo viejo y nuevo.
Estimado Derazte, el resultado lógico de la acción política de los socialistas mexicanos, producto de su ideario político construido a partir de una equivocada caracterización del Estado en México, fue su alianza permanente con las fuerzas cardenistas que estuvieron tanto dentro como fuera del Estado. Después de la alianza entre el cardenismo de 1934–1940 y la permanente división interna de los comunistas mexicanos, el movimiento estudiantil y popular de 1968 abrió espacios políticos que permitieron el surgimiento de una segunda oleada de tipo cardenista conocida bajo el concepto de nacionalismo revolucionario bajo el mando político del líder electricista Miguel Galván (galvanismo), quien aglutinó amplios contingentes populares con la intención de aliarse con los sectores progresistas o cardenistas del PRI y del Estado. El nacionalismo revolucionario fue el movimiento político más relevante de la primera década de los años 70, sin embargo, fue destruido por los gobiernos de Luis Echeverría (1970–1976) y de José López Portillo (1976–1982). La derrota del nacionalismo revolucionario de la primera mitad de los años 70 dio origen a un frenesí aglutinador de los partidos socialistas por fusionarse y participar en las elecciones con mayores posibilidades de ascender en la preferencia de los electores mexicanos. Se fueron abandonando, no reformando, los principios socialistas que abrían el paso franco hacia la desaparición del
socialismo como objetivo de lucha. El cardenismo retomó las banderas del constitucionalismo y optó por la creación de una sociedad capitalista en la que el Estado tuvo una intervención decisiva para proteger a la clase capitalista mexicana de la clase capitalista extranjera, que se había apoderado ya de las ramas de la economía más importantes y que por su poderío económico podía reducir a la nada a la clase empresarial mexicana. El cardenismo es, por tanto, una opción política de la burguesía mexicana, jamás el cardenismo ha sido una opción política socialista, ni siquiera de tipo socialdemócrata. El cardenismo ha sido contrario al socialismo. Son y han sido enemigos en cuanto a sus objetivos históricos, como lo han señalado incluso en diversas entrevistas los descendientes del caudillo de la Revolución Mexicana en su segunda y tercera generación. En cambio el socialismo busca un cambio estructural favorable a los trabajadores, no a favor de la burguesía, como es el objetivo del cardenismo viejo y nuevo.
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