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Tendemos a pensar que en el primer centenario del país hubo una atención altísima puesta en el arte, pero fue un proceso complejo y discutido. Los procesos históricos a veces se idealizan", sostiene la doctora en historia del arte argentino Diana Wechsler, que destaca, a su vez, distintos "gestos" culturales que hoy están teniendo lugar, como la recuperación del mural de Siqueiros, en la Aduana Taylor, y la creación de la Casa Nacional del Bicentenario.
Sin embargo, advierte que esas iniciativas deberían ser seguidas de mejoras que facilitaran las acciones de conservación de patrimonio para zanjar las dificultades materiales, económicas y estructurales que atentan contra su cuidado.
Investigadora independiente del Conicet y profesora en la carrera de Artes de la Universidad de Buenos Aires, Wechsler es parte del grupo de intelectuales que renovó el enfoque de la historiografía del arte argentino. Y en este momento cura la exposición Imágenes entre la Realidad y la Utopía para la Akademie der Künste de Berlín, una de las muestras que la Argentina presentará en el marco de la Feria del Libro de Fráncfort.
-En el Centenario, las artes visuales eran parte de un proyecto de Nación. ¿Hoy están vinculadas a un proyecto de país?
-A la distancia, los procesos históricos a veces se idealizan y tendemos a pensar que en el primer Centenario hubo una atención altísima puesta en el arte. Hubo exposiciones internacionales muy importantes, concursos para erigir monumentos y para crear imágenes de la Nación, pero fue un proceso largo, complejo y discutido. Hoy, con respecto al Bicentenario, hay una serie de gestos que resultan interesantes.
-¿Como cuáles?
-Uno es la Casa del Bicentenario, un espacio bien interesante en el cual los dispositivos de la cultura visual están aprovechados para promover la observación sobre los procesos de la historia argentina. Otro es la recuperación de Ejercicio plástico [el mural de Siqueiros], que se llevó a cabo con mucha prolijidad y una poderosa estructura de investigación patrimonial, histórica y artística. Otra es este conjunto de propuestas de arte argentino que la Cancillería va a llevar a la Feria de Fráncfort. Si miramos estos proyectos y otros, pensaría que este segundo centenario está apostando a poner en juego aquel capital humano que ha formado durante los últimos 30 años de democracia para recuperar patrimonio, repensar los relatos históricos, reestructurar los modos de recuperar la memoria y poner en valor nuestras producciones artísticas.
-¿Qué asignaturas hay pendientes en el campo artístico?
-La recuperación de Ejercicio plástico es importantísima, pero es como una nave insignia. Detrás de ella deben seguir todas las tareas que sabemos que en distintos museos se llevan adelante para la preservación del patrimonio y sobre las cuales también sabemos las dificultades materiales, económicas, estructurales. Deberían seguir mejoras presupuestarias que faciliten esas acciones, junto con repensar los relatos.
-Se suele sostener que una constante en la historia de nuestro país es la falta de apoyo institucional a las artes visuales y que mucho de lo conseguido se debe a voluntades particulares y del ámbito privado.
-Así como en la época del Centenario había políticas más o menos erráticas, podríamos decir lo mismo de hoy en día. Sin embargo, el nivel de formación de cuadros profesionales en la actualidad habilita a transitar caminos de una manera más eficaz. Las voluntades individuales no sólo estarían hoy vinculadas a alguien que pone dinero para un proyecto, sino también a los profesionales e intelectuales que nos movemos en el ámbito de la cultura y que tenemos capacidad para hacer propuestas y reconocer cuáles son los recursos en las entidades públicas y privadas.
-¿Pasó la oportunidad de instalar el arte argentino en el mundo?
-Este es el mejor momento para discutir la hipótesis de que se pasó el momento. Si algo tiene de afortunado este tiempo de globalización es que se han redefinido también los circuitos y que las direcciones no son Norte-Sur o estas inversiones que se buscaron de Sur-Norte, sino que también existen relaciones Sur-Sur. Existe hoy la posibilidad de repensar los procesos históricos. Por qué no pensar a Berni con Breton, como de hecho estuvieron sentados a la mesa, en vez de ver a uno como epígono del otro. Hoy podemos tener tanto interés en hacer un intercambio de proyectos con Estambul como con San Pablo o Londres.
-¿Lo mejor para el arte argentino entonces está por venir?
-Si pensamos que lo mejor para el arte argentino es que tenga mayor circulación internacional, creo que hubo momentos en nuestra historia donde fue alentado especialmente, pero creo que ahora es un buen momento. Si algo tiene la curaduría es esta posibilidad de poner imágenes, que están separadas en los libros, por un rato juntas. En ese ponerlas juntas se construyen los sentidos, y eso es lo que me parece que está por pasar desde esta nueva mirada de los estudios contemporáneos.