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Enseñar a los niños a meditar, que no es pensar, si no saber estar en silencio,
viendo, escuchando, observando, sintiendo su propio cuerpo, su propia voz.
Esta es la diferencia entre la lectura de rendimiento y la lectura de ocio. La
primera invita a pensar, la segunda a imaginar, sentir...
La lectura no ha de ser comparada con el juego, es un juego. Ha de tener los
mismos ingredientes. ¿Cuáles son?. Lo veremos.
Es interesante dejar al niño fluir en aquellas cosas que le gustan. Cometemos el
error de cortarle juegos para exigirle rendimientos (leer, estudiar, trabajar).
Es necesario darle poder al lector: que él decida, cuándo, cómo, dónde y qué
leer.
Contarles historias a los niños, de nuestros abuelos, cuentos, etc
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