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El cuento de Juan Darién es un cuento escrito por Horacio Quiroga que fue publicado 1920, Quiroga fue uno de los mayores cuentistas latinoamericanos de todos los tiempos, donde sus obras se declinan al modernismo.
El autor resalta el egoísmos y la superioridad del hombre ante la naturaleza ignorando la gran ley del universo en la que cualquier vida es equivalente, es igual a la otra por mas insignificante que sea.
Nos narra una historia de una madre que se encontraba desolada por la pérdida de su hijo, donde un día en la oscuridad vio a un pequeño tigre, la madre conmovida por ver que la indefensa fiera no tenía a nadie y se encontraba perdido en un lugar inmenso como la selva lo crió como si fuera su propio hijo. Una noche un hombre paso por la casa de la mujer donde oyó un gemido áspero, la madre asustada por que le hicieran daño a su pequeño hijo fue directo a buscar a su criatura al llegar a la puerta se encontró con una mansa serpiente la cual le dijo que no temiera que ella ve el gran amor que le tiene a dicha criatura después de eso un hecho fantástico ocurre al ver como el tigresito cambia a un niño.
Años los pasos el niño Juan fue creciendo con la mentalidad de un niño, pero éste, a diferencia de las demás personas del pueblo, era amable y bondadoso. A los 8 años su mamá fallece y dos años después en la escuela de Juan Darien va un inspector que detecta que hay algo extraño en el, lo hipnotiza para averiguar qué pasa y saber quien es Juan Darién, de repente Juan Darién empieza acordarse de su pasado con el simple hecho de saber como veía la selva. Asustado el inspector llamo al domador de fieras, junto con la gente lo amarraron cerca de los fuegos artificiales, quemándose, de tal manera que volvió a la forma de tigre. Mas tarde el tigre fue en busca del inspector para sanar su herida, la cual era la humillación que sufrió junto a los tigres, para así lograr su venganza. Al inspector le realizó el mismo maltrato que le había hecho, él le pregunto a Juan Darién que para pero el le respondió que ninguno de ellos se llamaba Juan Darién. Después de lograr sanar su herida visitó la tumba de su madre y escribió con su sangre aquel nombre que le había otorgado. Voltio al pueblo rugió y comentó que la selva les pertenece a ellos, los tigres.
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