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ReseñasJuvenil“Apple y Rain”, de Sarah Crossan
Una intensa y agridulce historia de sueños, descubrimientos, decepciones, corazones partidos y segundas oportunidades.
Por
Jaime Santamaría
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marzo 4, 2018
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Estamos ante un libro que por su calidad justifica el actual boom de la literatura juvenil. Roca Editorial, en su colección Roca Juvenil, nos trae “Apple and Rain” (2014), traducida por María Angulo Fernández. Una historia que conseguirá emocionaros.
Firma este libro una de las autoras literarias de novela juvenil más galardonadas actualmente, finalista del Premio Carnegie, del Irish Book Award 2015 y del Guardian’s Children’s Book 2016. “Una novela que cura corazones destrozados”, reza la promoción. Sarah Crossan, Licenciada en Filosofía y en Literatura, ha vivido en Dublín, Londres y Nueva York. En la actualidad, esta irlandesa reside en Hertfordshire e imparte clases en la Universidad de Cambridge. “Moonrise” (2017) y “We Come Apart” (2017), este último escrito junto a Brian Conaghan, son sus últimos títulos publicados.
La adolescencia es una etapa de transición que muchos desean olvidar o que consideran inútil. Es innegable que esa explosión química provoca uno de los momentos más convulsos de nuestras vidas. Dejas atrás determinados comportamientos, ensayas otros nuevos y empiezas a forjar preferencias que te acompañarán por siempre. Sobrellevar esta incomprensión en un entorno más o menos normal, ya es complicado de por sí; pero, hacerlo en el seno de una familia rota puede ser realmente complicado y convertirse en una auténtica odisea. Eso es lo que nos propone esta historia narrada en primera persona. El primer capítulo arranca con la confesión de la protagonista, Apple, quien no sabe si es imaginación suya u ocurrió realmente. Recuerda difúsamente cómo con tan sólo dos años vio salir a su madre por la puerta de casa la noche de Navidad tras un enfrentamiento con la madre de esta. Apple (Apollinia Apostolopoulou) queda al cuidado de su abuela, Nana (Bernadette Kelly), quien la cuidará como mejor sabe hacer. Con este arranque asistimos a un vívido relato en el que tres generaciones tendrán que hacer frente a una situación que seguro ninguna deseaba. Perfectamente podrían hacerse tres libros en torno a esta trama.
Han pasado once años y Apple es una adolescente normal con la rutina propia de su edad. Asiste al instituto, toca el clarinete y hay un chico que le gusta, Egan Winter; pero, siempre con la misma pregunta rondando en su cabeza, ¿por qué se marchó su madre? ¿Cómo y dónde está? La sombra del abandono está ahora más presente dado que comienza a entrar en ese periodo en el que la severidad y férrea disciplina de su abuela le ahoga. La trata como si fuera una niña pequeña y eso empieza a generar un conflicto en la vida de Apple. No ayuda que mantenga contacto con su padre, Chris, casado con Trish. Ni se lleva bien con su madrastra, ni su padre ejerce como tal. En ocasiones, el único consuelo de Apple es encerrarse en la habitación con Derry, su perro labrador o compartir confesiones con su mejor amiga, Pilar.
En medio de esta situación, reaparece Annie, la madre que lo dejó todo para marchar desde Inglaterra a Nueva York con la intención de triunfar como actriz. Azuzada en su momento por las dificultades de criar a una niña siendo una adolescente y un novio que la había abandonado para marchar a la universidad en Liverpool, ahora inesperadamente ha retornado a Brampton-on-Sea y todas las preguntas pueden encontrar respuesta.
Como os decía, Nana es buena con ella, pero severa y llevando la disciplina a rajatabla. Es una mujer que se entretiene con los villancicos en la radio y cocinando para su nieta. La trata como a una niña de ocho años y eso provoca situaciones tales como dejarla en evidencia delante de sus amigas, lo cual a esa edad es más importante de lo que parece. Se describen las típicas inquietudes de una adolescente. Un ejemplo de ello es Facebook, otra muestra de lo importante que es la comunicación, sentirse parte de algo, lo importante de un “like” o un comentario tras una publicación. Su mejor amiga es Pilar. La amistad se pondrá a prueba con la aparición de la típica chica popular, Donna Taylor, la guay del insti. Como suele ocurrir, lleva su corte de aduladoras, Hazel y Mariah. Queda descrito muy bien ese afán de reconocimiento. Un adolescente necesita sentirse parte de algo y querido por alguien. Es una edad de afianzamiento y de empezar a probar nuevas cosas, maquillaje, ropa, testar a qué sabe la independencia.
Pero, si sorprendente será el retorno de la madre, no menos ocurrirá con
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Resumiendo, una historia que podría haber sido construida de manera más descarnada, si bien ya cuenta con algunas escenas desoladoras, cargadas de duro realismo. Se describe de manera certera la lucha por sobrevivir y ser feliz de los protagonistas. Sueños, anhelos, deseos, pérdida de rumbo,… todo ello desde varios puntos de vista y edades, con Apple como protagonista y narradora. Una historia agridulce, como las gominolas de Coca Cola que le gustan a Apple, de segundas oportunidades y descubrimiento de la cara amarga de la vida. Sarah Crossan inserta sentimientos tales como la idealización, la decepción y la amargura de un corazón partido. Es bella y tierna la evolución de la relación entre Apple y Rain; increíble por su realismo espontáneo y natural. La autora lo borda al conseguir aguijonearnos el corazón.
Hacía tiempo que un libro no me ofrecía pasajes que me generaran tal taquicardia. Apple es de esas personas buenas, que lo son porque hacen lo indecible porque los demás sean felices aún a costa de la suya propia. Y, sí, lloraréis. La puñetera página 242 lo consigue. Y cuando crees que te has repuesto, viene la página 250. Genial intensidad narrada con las palabras justas en esta novela que os recomiendo sinceramente. Os regalará un poema al final que leeréis con emoción contenida.
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