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El Lazarillo de Tormes, crítica social y “metateatro”, todo ello en hora y media de monólogo tan solo interrumpido por los aplausos y las risas del público. Esto es algo que solo Rafael Álvarez, más conocido como El Brujo, puede conseguir. Pocos actores se atreverían a enfrentarse a clásicos como El Lazarillo de Tormes o La Odisea en forma de monólogo y lograrían no solo representar todos los personajes sino traerlos al siglo XXI.
“¡Cuántos debe haber en el mundo que huyen de otros porque no se ven a sí mismos!”, así reza el texto de este clásico anónimo de la literatura española. Desde la consulta catalana hasta el anuncio de Nespresso de George Clooney, pasando por Pablo Iglesias, Rajoy, Angela Merkel o Juan Carlos I: El Brujo no dejó títere con cabeza. Y es que la picaresca española no ha cambiado tanto del siglo XVI hasta ahora, y la cruda realidad con una pizca de humor la hace menos amarga (con El Brujo resulta tronchante).
El Lazarillo y yo hemos recibido mucho más de lo que ambos hemos dado. La compensación afectiva y emocional es muy grande y el alivio y la tranquilidad mayor
Desde 1991 interpreta esta versión de El Lazarillo de Tormes, de Fernando Fernán Gómez, tanto en pequeños pueblos y al aire libre, como en teatros de ciudad. Así lo contaba El Brujo en el “descanso”, cuando se encendieron las luces del Teatro Zorrilla pero el actor no paró de hablar y nadie quiso perderse ni uno de sus chascarrillos ni para ir al baño.
Cada vez que interpreta esta obra es diferente de la anterior, se trata de un texto vivo con el que el actor disfruta y hace disfrutar. “Nunca he dejado de conectar con el público de una manera especial. La satisfacción del gozo no se puede fingir y yo gozo de veras con esta obra”.
Pero también hay fragmentos que no varían. El Lazarillo aborda un problema universal, el hambre, que por desgracia aún hoy sigue vigente en gran cantidad de países del planeta, y no solo en los subdesarrollados. Tal y como El Brujo expresa “la historia se repite una y otra vez. Como casi siempre, esta situación es la consecuencia de un mundo de desequilibrios en el que los bienes están descompensados”.
La escenografía es sencilla: la imaginación y la fuerza con que interpreta lo hacen todo. Tanto que El Brujo se permite bromear con la inteligencia del público que comprende un teatro “de vanguardia”. También interactúa con los técnicos del teatro que parecen hacerle la vida imposible dejándole en evidencia. Todo lo hace él solo. El mérito que esto supone hace que muchos digan que es el último juglar. Un fuera de serie.
Explicación:
CORONA Y 5 ESTRELLAS
CORAZON
SI no...................................................
Te denuncio por poner una tarea para mañana
