con qué palabra o expresiones son nombrados Dios sifilitico y el señor de los caracoles​

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Respuesta dada por: ignaciaantoniasalaza
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Respuesta:

El pequeño Dios Sifilítico y el Señor de los Caracoles son presentados como opuestos. Transcribir, en dos columnas, las palabras y expresiones vinculadas con cada uno. Luego, escribir una palabra o expresión que sintetice los significados de cada lista.

esta es la lectura por favor ayúdenme

moraban se convirtieron en peces.

Al segundo sol lo devoraron los tigres.

Al tercero lo arrasó una lluvia de fuego, que incendió a las gentes.

Al cuarto sol, el sol de viento, lo borró la tempestad. Las personas se volvieron monos y por los montes se esparcieron.

Pensativos, los dioses se reunieron en Teotihuacán.

—¿Quién se ocupará de traer el alba?

El Señor de los Caracoles, famoso por su fuerza y su hermosura, dio un paso adelante. — Yo seré el sol —dijo.

—¿Quién más?

Silencio. Todos miraron al Pequeño Dios Purulento, el más feo y desgraciado de los dioses, y decidieron:

—Tú.

El Señor de los Caracoles y el Pequeño Dios Purulento se retiraron a los cerros que ahora son las pirámides del sol y de la luna. Allí, en ayunas, meditaron.

Después los dioses juntaron leña, armaron una hoguera enorme y los llamaron. El Pequeño Dios Purulento tomó impulso y se arrojó a las llamas. En seguida emergió, incandescente, en el cielo.

Escuela: José Mármol LENGUA 2° año Ciclo Básico Común

Escuela Rural

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Prof. Itinerante: Liliana I. García

El Señor de los Caracoles miró la fogata con el ceño fruncido. Avanzó, retrocedió, se

detuvo. Dio un par de vueltas. Como no se decidía, tuvieron que empujarlo. Con mucha

demora se alzó en el cielo. Los dioses, furiosos, lo abofetearon. Le golpearon la cara con

un conejo, una y otra vez, hasta que le mataron el brillo. Así, el arrogante Señor de los

Caracoles se convirtió en la luna. Las manchas de la luna son las cicatrices de aquel

castigo.

Pero el sol resplandeciente no se movía. El gavilán de obsidiana voló hacia el Pequeño

Dios sifilítico:

—¿Por qué no andas?

Y respondió el despreciado, el maloliente, el jorobado, el cojo:

—Porque quiero la sangre y el reino.

Este quinto sol, el sol del movimiento, alumbró a los toltecas y alumbra a los aztecas.

Tiene garras y se alimenta de corazones humanos.

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