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Con los jóvenes. Trabajar valores y reforzar pautas de juego limpio en sus entrenamientos y competiciones. Es importante que los entrenadores incluyan en sus planes de entrenamiento trabajar variables como la cohesión grupal, la autoconfianza de sus jugadores, el control de la ansiedad, etc. Los entrenamientos no tienen por qué variar mucho de cómo muchos entrenadores ya los hacen actualmente; muchas veces lo único que se debe cuidar es qué pautas de conducta reforzamos y cuáles debemos castigar. Es importante que los entrenadores refuercen y premien todas las conductas que favorezcan el juego limpio y transmitan valores. Por muy pequeño que sea el detalle, si esa conducta favorece por ejemplo el juego de equipo, debemos reforzarla potentemente en ese jugador, pues el refuerzo hará que esa conducta se produzca más veces. Por otro lado, castigar todas aquellas conductas que vayan en la dirección contraria y que se alejen de los valores que queremos transmitir. Por ejemplo, si un jugador protesta al árbitro, hay que castigar esa conducta; si recrimina un error a un compañero, hay que castigar esa conducta, etc. Es complicado estar atento a todos los detalles; por ello, un ejercicio es hacer una lista general de conductas que hay que reforzar y que hay que castigar. Si los entrenadores hacen esta lista y se la aprenden de memoria les será más sencillo darse cuenta de esos comportamientos para poder actuar adecuadamente. Los valores que nosotros entrenemos tendrán una repercusión importante en la vida de los deportistas y en prevenir la violencia en los terrenos de juego.
Las familias. Tienen una gran influencia en el deporte base. Muchas veces la influencia es productiva en los niños, pero lamentablemente algunas veces no. Por un número muy reducido de familiares en la grada muchas veces vivimos espectáculos lamentables en los terrenos de juego. Pero todo eso tiene una solución y pasa por trabajar la educación y los comportamientos con las familias, tanto en la competición como durante los entrenamientos. Muchos agentes implicados en el mundo del deporte son partidarios de sanciones ejemplares para las familias, de expulsarlas del terreno de juego o de que tengan la menor influencia sobre el equipo. Esta es la fórmula general que se lleva aplicando durante años con unos resultados más bien pobres. El castigo no es una buena fuente de aprendizaje; por eso, aquí lo que pretendemos es transmitir a los entrenadores cómo trabajar la educación de los familiares para que aporten positivamente en la transmisión de valores tan enriquecedora que tiene el deporte base. Para que los padres puedan influir positiva y productivamente es importante que estén informados en la mayor medida posible del trabajo que se hace con sus hijos e hijas. Es importante que sean partícipes de lo que se hace en el club, que sepan cuál es el mensaje que se transmite desde los entrenadores a los niños y explicarles por qué es importante que todos avancemos en la misma dirección. Lo segundo es crear con las propias familias un decálogo educativo y unas normas de comportamiento para la grada. Es importante que el mayor número de familiares posible participe en la elaboración de este documento para que ellos se sientan comprometidos con el mismo. Hay que hablarles como un grupo. Si conseguimos cohesión grupal entre las familias favorecemos que ellas mismas controlen su comportamiento en la grada.
El trabajo de las directivas ocupa un lugar fundamental en el pentágono deportivo porque influye directamente en todos los implicados. Cumplen una función importante en ayudar a fomentar valores sanos y erradicar la violencia en los clubes. Cuando los directivos se reúnen con las familias del club es importante que les comuniquen el trabajo que se va a hacer para fomentar valores y prevenir violencia. Deben hacer cómplices a los familiares de este trabajo. También deben indicarles cuáles son las recompensas (que pueden ser por ejemplo, una comida cada tres meses) del buen comportamiento en la grada y cuáles los castigos por conductas inadecuadas.
Los árbitros. Tienen una gran influencia, sobre todo en las competiciones. Son las personas que se encargan de que se cumplan las reglas, se respete la autoridad y haya juego limpio durante la competición. Como entrenadores, nuestro papel consiste en respetar a los árbitros dando ejemplo a nuestros jugadores y a los familiares de la grada. Debemos inculcar ese respeto en los jugadores, reforzando las acciones en las que acaten una decisión del árbitro y castigando las malas conductas. Hablar con las familias de la importancia del respeto al árbitro es importante, al igual que lo haces con tus jugadores.