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Los experimentos de Libet levantaron una gran polvareda de comentarios. Sus propias conclusiones han sido criticadas duramente por los deterministas, pues afirmó que el libre albedrío era una opción científica tan buena o mejor que su negación. Apoyaba su idea en una cita de Isaac Bashevis Singer: “El mayor don que ha recibido la humanidad es el libre albedrío. Es verdad que nuestro uso del libre albedrío es limitado. Pero el poco libre albedrío que tenemos es un don tan enorme y su valor potencial tan grande que por ello mismo vale la pena vivir.” Los deterministas exaltaron el resultado de los experimentos que mostraron que el acto voluntario se inicia inconcientemente, pero rechazaron la posibilidad de que la conciencia pudiese interrumpir el proceso. Libet creyó que podía existir un “campo mental conciente” capaz de actuar sin conexiones neuronales que funcionasen como mediadoras. Seguramente se inspiró en las ideas de Karl Popper, que poco antes de su muerte definió la mente como un “campo de fuerzas”, en unas reflexiones expuestas en 1992. El problema radica, desde luego, en suponer una actividad humana que no tenga ningún soporte neuronal. Si se acepta esta idea se abre la puerta al dualismo y a misteriosas instancias no materiales capaces de mover al cuerpo. En este caso no estaríamos muy lejos de imaginar al alma inmortal moviendo al cuerpo por medio de la glándula pineal, como propuso Descartes.
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Coronita pls