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Respuesta dada por:
1
CORO
¡Salve, Puyo, en tu marcha ferviente
de ascensión a la gloria inmortal.
Salve, júbilo excelso de Oriente
luz y prez del colono oriental!
ESTROFAS
Fruto eterno de un fiel misionero,
ya la Patria orgullosa pregona
tus glorias, y airosa blasona,
cual de Oriente esforzado adalid.
Fue designio de Dios tras los Andes,
esparcir sus destellos dé bien,
y al fulgor de su gracia no hay quien
no resurja en cultura y bondad.
Verde mar que surgiste en la sombra,
con auroras de fe y esperanza,
ya tu pecho rebosa confianza,
gozo y paz, religión, libertad;
y en ese amplio lejano horizonte
que tu frente gloriosa circunda,
se refleja la fuerza fecunda,
del trabajo en tu diario bregar.
Bajo el sol de tus bosques caldea
no hay simiente del mal que germine,
al compás del amor que redime,
se desliza tu vida oriental.
Cuando el odio procaz entre hermanos,
quiera, audaz, pergurbar tu labor,
no hay quien despreciando tu honor,
se glorie de aleve traición.
En tus noches bordadas de estrellas,
en tu luna de diáfana luz,
se refleja el frondoso capuz
de mil almas que adornan tu faz;
tras una ardua labor de gigantes,
se forjaron feliz porvenir,
en el campo, la escuela y hogar.
Patria, brisas benignas te bañan
desde el Rey de los Ríos del mundo,
no pretenda el peruano iracundo
tus derechos de nuevo usurpar;
hervirá con ardor tus entrañas
cuando llegue la hora feliz
de aplastar esa dura cerviz
que a la Patria y al mundo engañó.
¡Salve, Puyo, en tu marcha ferviente
de ascensión a la gloria inmortal.
Salve, júbilo excelso de Oriente
luz y prez del colono oriental!
ESTROFAS
Fruto eterno de un fiel misionero,
ya la Patria orgullosa pregona
tus glorias, y airosa blasona,
cual de Oriente esforzado adalid.
Fue designio de Dios tras los Andes,
esparcir sus destellos dé bien,
y al fulgor de su gracia no hay quien
no resurja en cultura y bondad.
Verde mar que surgiste en la sombra,
con auroras de fe y esperanza,
ya tu pecho rebosa confianza,
gozo y paz, religión, libertad;
y en ese amplio lejano horizonte
que tu frente gloriosa circunda,
se refleja la fuerza fecunda,
del trabajo en tu diario bregar.
Bajo el sol de tus bosques caldea
no hay simiente del mal que germine,
al compás del amor que redime,
se desliza tu vida oriental.
Cuando el odio procaz entre hermanos,
quiera, audaz, pergurbar tu labor,
no hay quien despreciando tu honor,
se glorie de aleve traición.
En tus noches bordadas de estrellas,
en tu luna de diáfana luz,
se refleja el frondoso capuz
de mil almas que adornan tu faz;
tras una ardua labor de gigantes,
se forjaron feliz porvenir,
en el campo, la escuela y hogar.
Patria, brisas benignas te bañan
desde el Rey de los Ríos del mundo,
no pretenda el peruano iracundo
tus derechos de nuevo usurpar;
hervirá con ardor tus entrañas
cuando llegue la hora feliz
de aplastar esa dura cerviz
que a la Patria y al mundo engañó.
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