investigar y explicar sobre los aportes del continente europeo
miguel781:
porfa ayudenme necesito esa respuesta gracias
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Respuesta dada por:
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En el principio fue el Verbo”, dice el evangelista. Es decir, fue la palabra, sin la que no es posible el pensamiento. Y al propio tiempo fue la voz, en la que se materializa la palabra. La voz, las voces, los pensamientos, los conceptos, la comunicación. Con su desarrollo y su evolución a través del tiempo, los seres humanos de todas las latitudes de la Tierra han conseguido entenderse, expresar sus sentimientos, agruparse en sociedades, crear cultura, progresar.
Las religiones no son concebibles sin la palabra, como no lo es la más excelsa de las manifestaciones humanas: el arte. La creación artística rinde culto a la belleza con mayúsculas y distingue inequívocamente al hombre del bruto. Dentro de la creación de arte está la música y con ella los humanos trasladan la palabra al mundo de los sonidos y las tonalidades. La música es, pues, otro lenguaje que comunica, expresa sentimientos, suscita pensamientos y es universal. Una especie de esperanto planetario. Y he aquí que el arte musical, lejos de limitarse a agradar nuestros oídos con sus armonías melódicas, se erige además en la gran matriz de nuestra cultura europea.
Por medio de la paulatina perfección de la expresión musical a lo largo de cinco siglos en Europa, el lenguaje de las tonalidades crea estructuras cada vez más complejas para servir al ideal de lo simplemente bello y en esa aparente contradicción se logra una síntesis apoteósica, que ninguna otra cultura humana ha sabido igualar. Y además –y sobre todo– este arte de la creación musical se trasciende a sí mismo y se proyecta de modo extraordinario sobre todas las demás manifestaciones artísticas (la literatura, la pintura, la escultura, la arquitectura), pero asimismo sobre las ciencias sociales y políticas, el derecho, la investigación.
Es el contrapunto.
Es una aportación gigantesca que nos ha marcado y nos marca hasta hoy. En todos los órdenes. Los que lo hicieron no eran conscientes de su trascendencia, ya que ellos sólo perseguían sofisticar –perfeccionándolo y embelleciéndolo– un lenguaje musical hasta entonces monofónico y elemental. Pero cuando escucho el Arte de la Fuga de Bach y me recorren sensaciones indescriptibles por el espinazo, siento que en esa arquitectura tonal hay como un código misterioso de confluencia de voces diversas, que nos quiere dar pautas para trasladarlo al resto de nuestras vivencias no musicales, además de colmarnos de placer al oírlo.
Las religiones no son concebibles sin la palabra, como no lo es la más excelsa de las manifestaciones humanas: el arte. La creación artística rinde culto a la belleza con mayúsculas y distingue inequívocamente al hombre del bruto. Dentro de la creación de arte está la música y con ella los humanos trasladan la palabra al mundo de los sonidos y las tonalidades. La música es, pues, otro lenguaje que comunica, expresa sentimientos, suscita pensamientos y es universal. Una especie de esperanto planetario. Y he aquí que el arte musical, lejos de limitarse a agradar nuestros oídos con sus armonías melódicas, se erige además en la gran matriz de nuestra cultura europea.
Por medio de la paulatina perfección de la expresión musical a lo largo de cinco siglos en Europa, el lenguaje de las tonalidades crea estructuras cada vez más complejas para servir al ideal de lo simplemente bello y en esa aparente contradicción se logra una síntesis apoteósica, que ninguna otra cultura humana ha sabido igualar. Y además –y sobre todo– este arte de la creación musical se trasciende a sí mismo y se proyecta de modo extraordinario sobre todas las demás manifestaciones artísticas (la literatura, la pintura, la escultura, la arquitectura), pero asimismo sobre las ciencias sociales y políticas, el derecho, la investigación.
Es el contrapunto.
Es una aportación gigantesca que nos ha marcado y nos marca hasta hoy. En todos los órdenes. Los que lo hicieron no eran conscientes de su trascendencia, ya que ellos sólo perseguían sofisticar –perfeccionándolo y embelleciéndolo– un lenguaje musical hasta entonces monofónico y elemental. Pero cuando escucho el Arte de la Fuga de Bach y me recorren sensaciones indescriptibles por el espinazo, siento que en esa arquitectura tonal hay como un código misterioso de confluencia de voces diversas, que nos quiere dar pautas para trasladarlo al resto de nuestras vivencias no musicales, además de colmarnos de placer al oírlo.
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