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Ayudo a Nicolás de Pierola en su revolución contra Cáceres y triunfante, fue elegido primer vicepresidente y senador por Tacna (1895), y después presidente de la cámara de senadores (1896). Nombrado ministro plenipotenciario ante Chile, firmó el protocolo Billinghurst-La Torre que sentó las bases para un posible plebiscito que decidiera el futuro de Tacna y Arica según lo previsto en el tratado de Ancón. Fue miembro conspicuo del Partido Demócrata, virtual candidato a la presidencia (1899), reorganizador de su partido (1908) y alcalde de Lima (1909); como tal, se mostró siempre a favor de las clases populares, pavimentó varias calles de la capital, inauguró el tranvía eléctrico a La Victoria, dejó abierto el polígono municipal de tiro de San Jerónimo e inauguró el monumento a Antonio Raimondi en la nueva plaza Italia. En 1912 compitió electoralmente con Ántero Aspíllaga y fue llevado a la presidencia de la República en medio de gran popularidad; la revista Ilustración Peruana decía refiriéndose al primer mitin del 19 de mayo: “La manifestación presidida por el señor Billinghurst ha sido imponente, formidable, grandiosa, aplastadora; lo acompañaron 20 mil personas. La presidida por el señor Aspíllaga, vergonzante, triste y mezquina; lo acompañaron apenas 2 mil”. En enero de 1913 expidió una resolución por la cual establecía para los jornaleros del muelle y dársena del Callao la jornada de ocho horas y garantizó, asimismo, la protección policial a toda huelga que estuviera respaldada por las tres cuartas partes de los trabajadores afectados. Todas estas acciones le valieron ser considerado en algún momento como “el primer obrero del Perú”, y la orientación populista de su discurso llevó a que el ingenio popular lo bautizara como “Pan Grande”. Sus enemigos, los civilistas y los leguístas, obstaculizaron su gobierno desde el Congreso y la prensa, y Nicolás de Piérola no quiso apoyarlo. El resultado fue que Billinghurst se enemistó con la mayoría civilista del Congreso, con los partidos políticos, con el Ejército y hasta con la opinión popular. Desterró al ex-presidente Leguía y amenazó con disolver el Congreso hasta que, finalmente, fue derrocado por un golpe militar liderado por el coronel Óscar R. Benavides apoyado por los civilistas (1914). Fue deportado a Iquique donde falleció poco después.