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Respuesta: Las últimas horas del gobierno de María Estela Martínez, “Isabel” Perón, en la víspera del 24 de marzo de 1976, fueron de marasmo y desasosiego. La presidenta, de cuarenta y cinco años, dio por terminada su última reunión de gabinete en la Sala de Situación de la Casa de Gobierno a las 0.10 de la madrugada. La senadora Yamile Barbora de Nassif, de su círculo íntimo, se ofreció a acompañarla hasta la explanada de la calle Rivadavia, pero ella prefirió viajar en helicóptero a la Residencia de Olivos. “No hay golpe”, dijo al salir Deolindo Felipe Bittel, para rumbear hacia el restorán El Toboso, donde cenó con varios legisladores. Más locuaz, el líder de la UOM y las 62 Organizaciones, Lorenzo Miguel, declaraba que “todo anda bien; no hay golpe ni ultimátum, volveremos a reunirnos mañana… Juéguense por nosotros: pagamos 2 con 10”. Junto al ministro de Trabajo, Miguel Unamuno, Miguel se dirigió al edificio del Ministerio, donde los aguardaban otros dirigentes sindicales. A metros de allí, el ministro de Defensa José Deheza mantenía las últimas conversaciones con los jefes militares y un grupo de dirigentes “ultraverticalistas”. En el Congreso, los diputados y senadores que quedaban se debatían sobre cómo encarar una vigilia que terminaría con los tanques en la calle.
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