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Nuestra impresión y percepción de cualquier obra pictórica varía sustancialmente dependiendo de la técnica empleada en su ejecución. No es lo mismo pintar una obra sobre lienzo que sobre una pared, o pintarla al óleo que hacerlo con acuarela, o pastel, o al temple.... Todo puede cambiar según qué material pictórico se utilice, los contornos, las superficies, los colores, la percepción general e, incluso, la sensación que una obra nos produce.
En esta exposición dedicada a la técnica puedes observar las diferencias entre algunas de las más conocidas y utilizadas.
PINTURA AL FRESCO. CREACIÓN DE ADÁN. CAPILLA SIXTINA. MIGUEL ANGEL.
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El gran genio del renacimiento que es Miguel Angel Buonarotti pintó el techo de la capilla Sixtina del Vaticano con frescos maravillosos de temas religiosos. El más conocido es este de la creación de Adán, donde Dios Padre, volando sobre una nube rodeado de ángeles se dirige a insuflar vida al primer hombre. Las manos son lo más expresivo de toda la composición si bien conviene hacer hincapié en el potente y vivo colorido, la terribilitá (energía, enfado) de los personajes, las anatomías voluminosas y musculosas y la perfección del dibujo.
Notarás que la pintura está directamente aplicada sobre el muro (se ven las grietas) y ello se logra con un aglutinante que fije la pintura sobre la superficie, normalmente es clara de huevo. Pintar al fresco exige mucha minuciosidad y planificación porque no permite rectificaciones y un gran desgaste físico por tener que pintar en posiciones forzadas (techos) y sobre andamios. En la antigüedad, la técnica del fresco era la más utilizada, los hay en Creta, Grecia, Egipto, Roma, etc.
ACUARELA. VELERO LLEGANDO A PUERTO. J.M.W. TURNER.
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La acuarela es una técnica pictórica en la que los pigmentos utilizan como base el agua. Quien pinta acuarelas debe mojar el pincel primero en agua y después impregnarlo de color. Este principio acuoso impide a las obras hechas así dotarse de contornos nítidos o de detalles de pequeño tamaño. Enseguida notamos si una obra es acuarela porque los contornos son extraordinariamente difuminados y los colores no consiguen unos tonos muy vivos.
Todo esto, que aparentemente es limitante para el artista, tiene también sus ventajas. Tal vez la más notable es que la acuarela puede reflejar magistralmente ambientes vaporosos y difuminados. Paisajes y marinas se prestan muy bien para ser plasmadas en acuarela. Se logra un ambiente sugerente y romántico que al espectador le hace imaginar cosas.
Observa en este cuadro que entre un torbellino de luces blancas, anaranjadas y amarillas avanza poderosamente hacia el puerto un velero de dos mástiles, impulsado por el viento que hincha sus velas. El mar es amenazante, negro e impenetrable y parece querer tragarse el velero. Esta negrura sólo es rota por el reflejo del sol de atardecer sobre las aguas. La sensación de vaporosidad y falta de objetos tangibles hace que esta escena nos haga imaginar lo que queramos, pues la propuesta de Turner tiene tal fuerza expresiva, que somos invitados a soñar.