• Asignatura: Historia
  • Autor: montenegroezequiel48
  • hace 3 años

cuento de Alí Babá y los 40 ladrones​

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Respuesta dada por: Top1ya
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Alí Babá era un pobre leñador que vivía con su esposa en un pequeño pueblecito dentro de las montañas, allí trabajaba muy duro cortando gigantescos árboles para vender la leña en el mercado del pueblo.

Un día que Alí Babá se disponía a adentrarse en el bosque escuchó a lo lejos el relinchar de unos caballos, y temiendo que fueran leñadores de otro poblado que se introducían en el bosque para cortar la leña, cruzó la arboleda hasta llegar a la parte más alta de la colina.

Cuando tenía el fardo casi lleno, escuchó como una multitud de caballos galopaban justo hacia donde él se encontraba ¡Los leñadores! – pensó y se escondió entre las rocas.

 

Al cabo de unos minutos, cuarenta hombres a caballo pasaron a galope frente a Alí Babá, pero no le vieron, pues este se había asegurado de esconderse muy bien, para poder observarlos. Oculto entre las piedras y los restos del tronco del árbol, pudo ver como a unos solos pies de distancia, uno de los hombres se bajaba del caballo y gritaba: ¡Ábrete, Sésamo!- acto seguido, la colina empezaba a temblar y entre los grandes bloques de piedra que

se encontraban bordeando el acantilado, uno de ellos era absorbido por la colina, dejando un hueco oscuro y de grandes dimensiones por el que se introducían los demás hombres, con el primero a la cabeza.

Al cabo de un rato, Alí Babá se acercó al hueco en la montaña pero cuando se disponía a entrar escuchó voces en el interior y tuvo que esconderse de nuevo entre las ramas de unos arbustos. Los cuarenta hombres salieron del interior de la colina y empezaron a descargar los sacos que llevaban a los lomos de sus caballos, uno a uno fueron entrando de nuevo en la colina, mientras Alí Babá observaba extrañado.

El hombre que entraba el último, era el más alto de todos y llevaba un saco gigante atado con cuerdas a los hombros, al pasar junto a las piedras que se encontraban en la entrada, una de ellas hizo tropezar al misterioso hombre que resbaló y su fardo se abrió en el suelo, pudiendo Alí Babá descubrir su contenido: Miles de monedas de oro que relucían como estrellas, joyas de todos los colores, estatuas de plata y algún que otro collar… ¡Era un botín de ladrón! Ni más ni menos que ¡Cuarenta ladrones!.

 

El hombre recogió todo lo que se había desperdigado por el suelo y entró apresurado a la cueva, pasado el tiempo, todos habían salido, y uno de ellos dijo ¡Ciérrate Sésamo!

Alí Babá no lo pensó dos veces, aún se respiraba el polvo que habían levantado los caballos de los ladrones al galopar cuando este se encontraba frente a la entrada oculta de la guarida de los ladrones. ¡Ábrete Sésamo! Dijo impaciente, una y otra vez hasta que la grieta se vio ante los ojos del leñador, que tenía el cesto de la leña en la mano y se imaginaba ya tocando el oro del interior con sus manos

Una vez dentro, Alí Babá tanteó como pudo el interior de la cueva, pues a medida que se adentraba en el orificio, la luz del exterior disminuía y avanzar suponía un gran esfuerzo.

Tras un buen rato caminando a oscuras, con mucha calma pues al andar sus piernas se enterraban hasta las rodillas entre la grava del suelo, de pronto Alí Babá llegó al final de la cueva, tocando las paredes, se dio cuenta que había perdido la orientación y no sabía escapar de allí.

Se sentó en una de las piedras decidido a esperar a los ladrones, para poder conocer el camino de regreso, decepcionado porque no había encontrado nada de oro, se acomodó tras las rocas y se quedó adormilado.

 

Mientras tanto, uno de los ladrones entraba a la cueva refunfuñando y malhumorado, pues cuando había partido a robar un nuevo botín se dio cuenta de que había olvidando su saco y tuvo que galopar de vuelta para recuperarlo, en poco tiempo se encontró al final de la sala, pues además de conocer al dedillo el terreno, el ladón llevaba una antorcha que iluminaba toda la cueva.

Cuando llegó al lugar en el que Alí Babá dormía, el ladrón se puso a rebuscar entre las montañas de oro algún saco para llevarse, y con el ruido Alí Babá se despertó.

Tuvo que restregarse varias veces los ojos ya que no cabía en el asombro al ver las grandes montañas de oro que allí se encontraban, no era gravilla lo que había estado pisando sino piezas de oro, rubíes, diamantes y otros tipos de piedras de gran valor. Se mantuvo escondido un rato mientras el ladrón rebuscaba su saco y cuando lo encontró, con mucho cuidado de no rior de la cueva y apagóla antorchprovechar la luz de la antorcha del bandido.

a. Entonces Alí Babá se quedó inmóvil sin saber qué hacer, quería ir a su casa  

Pe

entregó a cambio de que soltaran a su hermano, este, enfadado con Alí Babá por haberle vencido cogió un caballo y se marchó del reino.

Alí Babá ahora estaba en una casa con cien caballos, que le servirán para vivir felizmente con su mujer,

Respuesta dada por: angelynikoltaabaresh
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Respuesta:

Alí Babá era un pobre leñador de Persia que fue testigo de la visita de una banda de cuarenta ladrones al escondite de su tesoro en el bosque en el que cortaba madera. El tesoro de los ladrones está en una cueva cuya boca queda sellada mágicamente: se abre con las palabras «Ábrete, Sésamo!» y se cierra con «Ciérrate, Sésamo». Cuando los ladrones se marchan, Alí Babá entra en la cueva y se lleva parte del tesoro a casa.

Kassim, el hermano de Alí Babá, que se había hecho millonario por haberse casado con la hija de un opulento comerciante, descubre la repentina riqueza de su hermano, quien le cuenta su descubrimiento de la cueva a pesar de no haberlo ayudado a superar su indigencia. Kassim acude a ella para llevarse algo del tesoro, pero en su avaricia y nerviosismo ante las riquezas olvida las palabras mágicas para salir de la cueva y los ladrones lo encuentran en ella, descuartizándolo. Cuando Kassim no regresa, su hermano va a la cueva a buscarlo y encuentra su cuerpo despedazado en la entrada de la cueva, y lleva los trozos a casa. Con la ayuda de Morgiana o Luz Nocturna, una lista esclava de la familia de Kassim, y el viejo sastre Baba Mustafa logran recomponer el cuerpo apropiadamente para enterrarlo sin levantar sospechas sobre su muerte.

Los ladrones, viendo que el cuerpo de Kassim había desaparecido, advierten que alguien más sabe su secreto, y se disponen a localizarlo. Los primeros intentos son frustrados por Luz Nocturna, ahora al servicio de la familia de Alí Babá, pero finalmente logran averiguar la ubicación de la casa de Alí.

El jefe de los ladrones se hace pasar por un comerciante de aceite necesitado de la hospitalidad de Alí Babá, llevando con él mulas cargadas con cuarenta tinajas, una llena de aceite y las otras treinta y nueve con los ladrones de la banda. Los ladrones planean matar a Alí Babá cuando este duerma, pero de nuevo Luz Nocturna descubre y frustra el plan, matando a los ladrones ocultos en las tinajas llenándolas de aceite hirviendo. Cuando el jefe va a buscar a sus hombres, descubre que todos están abrasados y huye. Ali Babá expresa su gratitud a Luna Nocturna, liberándola de su condición de esclava.

En venganza, algún tiempo después el jefe de los ladrones se establece como mercader y traba amistad con el hijo de Alí Babá (que ahora está a cargo del negocio de Kassim). Es invitado a cenar en casa de este, pero Luz Nocturna lo reconoce y ejecuta una danza con una daga en honor de los comensales, clavándosela al ladrón en el corazón cuando este estaba desprevenido.

En agradecimiento a su fiel amiga Luz Nocturna, Alí Babá decide darle la mano de su hijo joven y hermoso. Alí Babá se queda como único conocedor del secreto del tesoro de la cueva de los niernas y las palabras mágicas para entrar a ella.

Explicación:

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