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Los Reyes Católicos
A mediados del siglo XV España está dividida en tres grandes reinos. Castilla, resultado de la unión de los reinos de Castilla, León y Galicia; Aragón, formado por Aragón, Valencia y Cataluña; y el reino de Navarra. Sin olvidar, el último reducto de la presencia árabe en el territorio español, el reino nazarí de Granada, que comprende la actual Andalucía oriental.
Fernando e Isabel logran fundar una monarquía no basada en la conquista y sometimiento de los reinos, sino en la unión de los mismos para configurar la nación que hoy conocemos como España. De esta forma se inicia la edad moderna y surge un nuevo concepto, España como reino único o reino de reinos, donde se incluyen todos los pueblos y territorios de la península Ibérica, con la excepción de Portugal.
Juana La Loca y Felipe el Hermoso
Finales del siglo XV. Heredera de un imperio que empezaba a formarse, una mujer bella, culta, inteligente y según parece también, bien dotada para la música, Juana de Aragón y Castilla, la segunda hija de los reyes católicos de España, pasó a la historia con el cruel apelativo de "Juana la Loca". Se lo ganó después de cometer actos tan desmesurados como, por ejemplo, velar por espacio de 19 años el cadáver de su marido. Así y todo, para los historiadores, la locura de Juana era una locura muy específica, porque provenían de un gran amor, que ciertas circunstancias transformaron en locura.
Carlos V
En las postrimerías del siglo XV Europa vivió tiempos de cambio y de euforia. Francia e Inglaterra estaban empezando a superar los estragos causados por la Guerra de los Cien Años que enfrentó a las casas de York y Lancaster. En Italia empezaba a florecer un movimiento cultural que no volvería a tener parangón alguno en los siglos venideros: El Renacimiento.
De él surgieron algunos de los más grandes genios de la historia de la humanidad como Leonardo Da Vinci, Botticelli o Miguel Ángel. Entretanto en España se vive el júbilo gracias al rotundo éxito de la campaña de los Reyes Católicos contra el reino nazarí de Granada, las buenas nuevas que llegan desde el otro lado del Atlántico, se encontraba posicionada entre las principales potencias de Europa.