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Por varias razones. Las principales, a mi parecer, incluyen el racismo y la xenofobia institucionalizados por parte de los gobiernos de la mayoría de los países; es decir que desde todos los ámbitos sociales se difunde en diferentes niveles la desconfianza y el desagrado hacia todos los individuos que no encajan en el aspecto físico o cultural eurocentrista. Es decir, que toda persona con determinados rasgos faciales, que visten de determinada forma o hablan determinada lengua, son automáticamente discriminados por no ser semejantes al hombre blanco que históricamente ha inspirado respeto y admiración a nivel global.
Estados Unidos es uno de los principales responsables de promover e incentivar la islamofobia, sobre todo después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 a las Torres Gemelas, y más recientemente por los atentados perpetuados por el ISIS. De hecho, el ex presidente Donald Trump fomentó activamente el odio y la desconfianza hacia los musulmanes, baneando los viajes desde y hacia ciertos países árabes durante su gestión.
A nivel religioso, la Iglesia Católica no es muy fan de la libertad de culto y siempre ha tachado a otras religiones como falsas, herejes o incluso diabólicas, y aunque si bien, por lo menos en la actualidad, no salen a decir a los cuatro vientos "el islam está mal" o algo por el estilo, sí es un secreto a voces que entre los adeptos cristianos no se acepta mucho a los musulmanes, y tampoco a las personas que profesan otras religiones. Ya que el cristianismo influye y ha influido muchísimo en la política y a la sociedad en sí durante siglos, no es de extrañar que la islamofobia esté tan instalada en tantos lugares del mundo. El odio suele ser un trabajo en conjunto.