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El silencio me susurraba al oído así como mi madre me cantaba de niñ@. La voz del silencio era melodiosa y dulce como el nectar de una flor, me causaba un conquilleo punzante y adormecedor, al punto en que me sentía sin consciencia, a la merced de su dicción.
Sin embargo, sus palabras eran crueles y grotescas, me lastimaban y no podía esquivarlas. Sádicamente se lanzaban a mí, como dagas cubiertas en veneno. El suelo retumababa con cada paso y las luces se hacían borrosas, la voz del silencio se hacía estridente y burlona.
Espero te sirva aún, recuerda que solo tomé en cuenta las figuras literarias que mencionaste dentro de los paréntesis.
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