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Respuesta:
Hay jóvenes y adolescentes en nuestras comunidades y
parroquias que no han tenido la dicha de pasar por un proceso
de iniciación cristiana, de integrarse a la comunidad participando
de los sacramentos de dicha iniciación, que son el Bautismo, la
Confirmación y la Eucaristía. Para los niños tenemos un proceso
que dura cuatro años con cuatro niveles y sus respectivos libros
Para el Catequista como para el Niño.
Los obispos dominicanos que aman a todos los jóvenes y
adolescentes como padres espirituales que son, han aprobado la
elaboración de un libro que contenga lo básico para que
nuestros jóvenes y adolescentes recorran alegres el camino de
la Iniciación Cristiana y han encomendado a la Comisión
Nacional de Catequesis, la tarea de elaborar este material.
Queremos presentar a todos los apóstoles de los jóvenes y
adolescentes el catecismo llamado: “JÓVENES Y ADOLESCENTES
EN LA IGLESIA”, INICIACIÓN CRISTIANA PARA JÓVENES Y
ADOLESCENTES.
Este catecismo viene a llenar un vacío en la preparación para la
recepción del Bautismo, Confirmación y Eucaristía de los jóvenes
y adolescentes de nuestro país, quienes son llamados a ser
discípulos misioneros entre los jóvenes a partir de un encuentro
personal con Jesús, con su Padre, en el Espíritu Santo y en la
Iglesia.
Este recorrido que harán los jóvenes y adolescentes debe durar
al menos un año y estará acompañado por un equipo
Responsable de todo el proceso.
En esta iniciación cristiana no buscamos como objetivo primero
que nuestros jóvenes y adolescentes reciban los sacramentos,
si no que se vuelvan discípulos misioneros de Jesucristo. Él
proceso nos lo trazan los obispos reunidos en Aparecida en la V
Conferencia del Episcopado Latinoamericano, cuando nos dicen
que lo primero es el ENCUENTRO PERSONAL CON JESUCRISTO,
que nos lleve a una CONVERSIÓN personal y familiar, que
tengamos en nuestras vidas cambios significativos, por lo que
demostremos que somos DISCÍPULOS, que vivimos en
COMUNIÓN y que somos enviados a la MISIÓN (DA 279).
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Los sacramentos son la vivencia, la intimidad de este proceso
por el cual nos volvemos miembros activos de la Familia de
Dios.
Queremos, pues, que nuestros jóvenes se vuelvan discípulos
transformados por Jesús; que se dejen moldear por Él, como
hace el alfarero con el barro hasta lograr una linda vasija;
somos barro en las manos de Dios para hacer de nosotros
Verdaderos hijos (Jer 18,1-6). Queremos que se vuelvan
misioneros; que “Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena
Nueva a toda la creación (Mc 16,15); que “Vayan y hagan que
todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el
nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, y
enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado” (Mt
18,19-20) como nos lo pide Jesús en su Evangelio
El éxito va a estar en que convoquemos y formemos muchos y
entusiastas catequistas, animadores. Jóvenes que ya han vivido
la iniciación cristiana o que estén verdaderamente enamorados
de Cristo. Convocar y formar son las dos grandes
responsabilidades de los sacerdotes, responsables de formar y
dirigir un pueblo sacerdotal
Explicación: