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Owin se levantó esa mañana con la pesadez habitual. Sus movimientos ágiles habían cambiado por evoluciones torpes y apáticas. Diríase que se trataba de otro chico.Tomó la muleta que estaba siempre tirada junto al catre y se apoyó en ella para ponerse en pie. Inició sus ejercicios de flexión y extensión. Desde el día del accidente, no había dejado de realizarlos. Tenía la esperanza de volver a caminar y correr como antes.
Sus compañeros se estaban alistando; la Tía les repartía billetes de lotería y productos de contrabando para que los vendieran en las calles.
Owin esperó a que la casa se vaciara, tomó los utensilios de limpieza y entró al baño para asearlo. Vio una rata escondiéndose a toda prisa entre las baldosas sueltas. No le hizo mayor caso. La construcción estaba llena de pequeños agujeros por los que los roedores solían entrar y salir. Tenían su madriguera cerca de los cuartos en los que la Tía almacenaba desperdicios de comida para alimentar a sus cerdos.
Owin realizó el aseo del baño y siguió barriendo el resto de la casa.
—No... no soporto el do... dolor de la rodilla...
—se quejó como hablando consigo mismo.
Lorena, quien era ahora la cocinera permanente, lo escuchó y salió a su encuentro.
—¿Por qué no le dices a la Tía que te lleve a un médico?
—¿Y si se enoja?
—¡Que se enoje! Hace mucho tiempo que ocurrió el accidente y no pareces mejorar. ¡Debes ver a un doctor!
—¿Pa... para qué? Lo... lo más difícil ya pasó. No quiero causar mo... molestias.
—¡Owin tienes derecho a ser bien atendido! Colaboras mucho aquí. Dicen que cuando caíste de la torre, todos pensaron que te habías roto la pierna a la mitad. Se oyó un golpe durísimo y luego tus gritos. Te sacaron del camión inconsciente, y en vez de llevarte a un hospital te trajeron aquí. ¿Crees que eso es justo? ¡La Tía no es doctora! Te puso cataplasmas con hierbas y te vendó. Estuviste varias semanas acostado, delirando por el dolor, con fiebre y alucinaciones, pero ¡nunca llamaron a un médico! Pudiste quedar inválido. ¡De verdad, después de ese golpe en la rodilla es un milagro que puedas caminar! Has aguantado mucho y, ya ves... ha pasado más de un año y todavía cojeas. ¡Debes decirle a la Tía que te lleve al doctor!
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