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El filósofo español Julián María, decía que no existe una Filosofía cristiana, sino
más bien un filosofar en la fe. De igual manera, Rafael Gambra, otro pensador español,
afirma que el cristianismo no es una filosofía, sino una religión. Visto así, entonces,
conviene identificar primeramente qué tipo de relación fue la que se generó entre el
cristianismo y la filosofía y en la que San Agustín, obispo de Hipona, se convertiría en su
más emblemático y genial exponente bajo la tradición filosófica cristiana en su apogeo de
los primeros siglos.
El cristianismo debe la entrada de la filosofía en su sistema teológico a dos grandes
figuras: Clemente de Alejandría y Orígenes, padres de la Iglesia de los siglos I y II. Ambos
teólogos, se formaron en dos grandes escuelas teológicas; Alejandría y Antioquía. La
primera cultivó un marcado interés por la investigación metafísica del contenido de la fe y
la preferencia por la filosofía platónica y la segunda puso su énfasis en la filosofía de corte
aristotélico.
Bajo esta influencia se puede desprender que en la medida que el cristianismo se
fue expandiendo tuvo la imperiosa necesidad de exponer, con mayor claridad y férrea
defensa, sus verdades y su moral frente a sus adversarios. Esta actitud apologética de los
padres de la Iglesia, que llegarían a hacer uso de categorías filosóficas para dar razón de su
fe en la formulación de los dogmas cristológicos principalmente, llegaría a su apogeo en
la persona de un pensador africano de gran talante y de una mente brillante y creadora por
excelencia como lo fue Aurelio Agustín.
Aún cuando hubo detractores, dentro del mismo cristianismo de los primeros siglos,
que no conciliaban una relación entre Filosofía y Teología, por la misma naturaleza del
objeto de su conocimiento (fe y razón); como un Tertuliano, que se opondrá enérgicamente
a la filosofía; emergerá también un Justino, que mostrará su simpatía por ella y el mismo
recibirá el seudónimo de “el filósofo”. Pero será sólo hasta la aparición de San Agustín que
la Filosofía entrará por la puerta ancha y se le impondrá un sí positivo.
Dentro de lo que podríamos señalar como relación entre cristianismo y filosofía está
el hecho que la llamada filosofía cristiana será el resultado de un intento de síntesis entre
dos supuestos fundamentales de la tradición filosófica pagana; por un lado, la
inteligibilidad natural del mundo y la razón como facultad principal del conocimiento y por
otro, las verdades reveladas por la nueva religión.
No siendo el cristianismo una filosofía, por cuanto el conocimiento que aporta
proviene del dato de la revelación y no de la razón, éste, con fines apologéticos, utilizó las
categorías filosóficas griegas para dar razón de su fe y de su verdad moral. Los primeros
cristianos, que hicieron uso de esta ciencia fueron llamados Padres de la Iglesia, por
consiguiente a la filosofía cristiana se le llama Patrística.
Algunas de las características principales que tuvo la influencia del cristianismo en las
circunstancias históricas particulares de la época fueron las siguientes:
a) Creó un campo nuevo de conocimientos
b) Su objeto es la revelación divina recibida por la fe
c) El centro de la verdad está en Dios, destino supremo y trascendente y no en la
razón.
d) Tendió un puente entre la filosofía y la fe bajo el concepto del logos.
La filosofía patrística se alimentó de tres vertientes:
1. El neoplatonismo. Se constituyó en un aliado natural del cristianismo pues adopta
elementos aristotélicos, estoicos y pitagóricos y los entrecruza sutilmente con
inquietudes religiosas orientales.
2. El aristotelismo. Resultó más difícil el uso de sus categorías en el plano teológico
por su carácter empirista y materialista.
3. El estoicismo. El alma de esta corriente fue su ética, que glorifica al hombre, que
frente a sus pasiones, entendida como impulsos desordenados nacidos de juicios
erróneos sobre valores, permanece imperturbable ante los placeres y el dolor,
poniendo la virtud por encima de ellas.
En su evolución histórica, podríamos mencionar tres periodos que se destacan de la
filosofía patrística:
1. Periodo de iniciación o formación. (siglos I al IV a.C)
2. Periodo de transición. (siglos V al VIII a. C)
3. Periodo escolástico, (siglos IX al XIV a. C); que a su vez se divide en:
a) Periodo de iniciación (siglos IX a XI)
b) Periodo de madurez (siglo XIII). Abelardo, San Bernardo
c) Siglo de Oro. (siglo XIII). Aristotelismo cristiano
d) Periodo de decadencia (siglo XIV).
La evolución espiritual de San Agustín