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"El amigo Fiel" de Oscar Wilde:
Una vieja rata de agua, observó una escena entre unos patitos en un estanque y su madre intentaba enseñarles a meter la cabeza en el agua, pero los patitos no prestaban atención, y la rata exclamó ¡Qué criaturas más desobedientes!, pero la pata madre dijo “nunca es demasiada la paciencia de los padres”, y la rata dijo “No soy padre de familia…pero la amistad vale más…. no conozco en el mundo nada más noble o más raro que una fiel amistad”.
Una avecilla le dijo a la rata ¿Y qué hará usted en cambio?-de la fiel amistad-, y un pardillo contó una historia, la de un honrado mozo llamado Hans, de buen corazón, quien era humilde y trabajaba en su jardín, que lo tenía muy lindo. Hans tenía muchos amigos, pero el más cercano a él era el gran Hugo, el molinero. Los amigos verdaderos lo comparten todo-solía decir el molinero-, y Hans asentía.
El molinero se aprovechó de la buena fe del joven, siempre le prometía que le daría una carretilla, y le pedía continuos favores amparándose en la supuesta amistad que les unía. El muchacho siempre de buen corazón, realizaba todo lo que el molinero le pedía hasta el punto de descuidar su trabajo, y en el último que le pidió, el pobre Hans en su último intento por satisfacer al molinero, tuvo que salir bajo una cruel tormenta, y el pequeño Hans no podía ni ver por dónde iba, perdió su camino y anduvo vagando por el páramo, que era un paraje peligroso lleno de pozos profundos, cayó en uno de ellos el pobre Hans, y se ahogó.
Todo el mundo fue al entierro del pequeño Hans porque era muy querido. Y el molinero estuvo a la cabeza del duelo. -Era yo su mejor amigo- decía el molinero-; justo es que ocupe el lugar de honor, -Es una gran pérdida, sobre todo para mí- dijo el molinero-. A fe mía que fui lo suficiente bueno para comprometerme a darle mi carretilla y ahora no sé qué hacer de ella. Me molesta en casa, y está en tan mal estado, que si la vendiera no obtendría nada. Les aseguro que de ahora en más no daré nada a nadie. Se pagan siempre las consecuencias de haber sido generoso.
Cuando terminó la historia el pardillo, le dijo a la rata -Temo que no haya usted entendido la moraleja de la historia.
La moraleja que podría deducirse de la historia es: “Mejor estar solo que tener por amigo a un interesado y egoísta”.
n cohete muy creido espera pacientemente ser encendido en el espectaculo de fuegos artificiales de las fiestas de matrimonio del Príncipe. Entonces mientras esperan en el estrado, el cohete y los demás fuegos artificiales conversan entre sí.
—¿Qué es una persona sensible? —preguntó el petardo a la candela romana.—Una persona que, porque tiene callos, siempre pisa los pies de los demás —contestó la candela romana en un bajo susurro, y el petardo casi estalló de risa.—Perdón, ¿de que te ríes? —inquirió el cohete; y no me estoy riendo.—Me río porque soy feliz —replicó el petardo.—Esa es una razón muy egoísta —dijo airado el cohete—. ¿Qué derecho tienes a ser feliz? Deberías pensar en los demás. En realidad, deberías pensar en mí. Yo siempre pienso en mí, y espero que todo el mundo haga lo mismo. Eso es lo que se llama simpatía. Es una bella virtud, y yo la poseo en alto grado. Supongamos, por ejemplo, que algo me ocurriera esta noche; ¡qué desgracia para todo el mundo! El príncipe y la princesa nunca podrían ser felices otra vez, toda su vida de casados se arruinaría; y en lo que concierne al rey, sé que no podría sobreponerse. En realidad, cuando empiezo a reflexionar sobre la importancia de mi posición, me conmuevo casi hasta las lágrimas.
Una vieja rata de agua, observó una escena entre unos patitos en un estanque y su madre intentaba enseñarles a meter la cabeza en el agua, pero los patitos no prestaban atención, y la rata exclamó ¡Qué criaturas más desobedientes!, pero la pata madre dijo “nunca es demasiada la paciencia de los padres”, y la rata dijo “No soy padre de familia…pero la amistad vale más…. no conozco en el mundo nada más noble o más raro que una fiel amistad”.
Una avecilla le dijo a la rata ¿Y qué hará usted en cambio?-de la fiel amistad-, y un pardillo contó una historia, la de un honrado mozo llamado Hans, de buen corazón, quien era humilde y trabajaba en su jardín, que lo tenía muy lindo. Hans tenía muchos amigos, pero el más cercano a él era el gran Hugo, el molinero. Los amigos verdaderos lo comparten todo-solía decir el molinero-, y Hans asentía.
El molinero se aprovechó de la buena fe del joven, siempre le prometía que le daría una carretilla, y le pedía continuos favores amparándose en la supuesta amistad que les unía. El muchacho siempre de buen corazón, realizaba todo lo que el molinero le pedía hasta el punto de descuidar su trabajo, y en el último que le pidió, el pobre Hans en su último intento por satisfacer al molinero, tuvo que salir bajo una cruel tormenta, y el pequeño Hans no podía ni ver por dónde iba, perdió su camino y anduvo vagando por el páramo, que era un paraje peligroso lleno de pozos profundos, cayó en uno de ellos el pobre Hans, y se ahogó.
Todo el mundo fue al entierro del pequeño Hans porque era muy querido. Y el molinero estuvo a la cabeza del duelo. -Era yo su mejor amigo- decía el molinero-; justo es que ocupe el lugar de honor, -Es una gran pérdida, sobre todo para mí- dijo el molinero-. A fe mía que fui lo suficiente bueno para comprometerme a darle mi carretilla y ahora no sé qué hacer de ella. Me molesta en casa, y está en tan mal estado, que si la vendiera no obtendría nada. Les aseguro que de ahora en más no daré nada a nadie. Se pagan siempre las consecuencias de haber sido generoso.
Cuando terminó la historia el pardillo, le dijo a la rata -Temo que no haya usted entendido la moraleja de la historia.
La moraleja que podría deducirse de la historia es: “Mejor estar solo que tener por amigo a un interesado y egoísta”.
n cohete muy creido espera pacientemente ser encendido en el espectaculo de fuegos artificiales de las fiestas de matrimonio del Príncipe. Entonces mientras esperan en el estrado, el cohete y los demás fuegos artificiales conversan entre sí.
—¿Qué es una persona sensible? —preguntó el petardo a la candela romana.—Una persona que, porque tiene callos, siempre pisa los pies de los demás —contestó la candela romana en un bajo susurro, y el petardo casi estalló de risa.—Perdón, ¿de que te ríes? —inquirió el cohete; y no me estoy riendo.—Me río porque soy feliz —replicó el petardo.—Esa es una razón muy egoísta —dijo airado el cohete—. ¿Qué derecho tienes a ser feliz? Deberías pensar en los demás. En realidad, deberías pensar en mí. Yo siempre pienso en mí, y espero que todo el mundo haga lo mismo. Eso es lo que se llama simpatía. Es una bella virtud, y yo la poseo en alto grado. Supongamos, por ejemplo, que algo me ocurriera esta noche; ¡qué desgracia para todo el mundo! El príncipe y la princesa nunca podrían ser felices otra vez, toda su vida de casados se arruinaría; y en lo que concierne al rey, sé que no podría sobreponerse. En realidad, cuando empiezo a reflexionar sobre la importancia de mi posición, me conmuevo casi hasta las lágrimas.
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