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Para abordar las relaciones sociales entre los seres humanos, la Dra. María Teresa Esquivias Serranoseñala, en entrevista con la Revista Digital Universitaria, que la atracción interpersonal puede ser entendida como una fuerza que une a las personas y para hablar de atracción las personas deben entrar en contacto en un entorno social. Además compartió sus conocimientos sobre la actitud de los individuos, que es entendida, dijo, como “la forma de proceder y actuar de una persona”, algo que la hace distinta a los demás, incluso especial. Las actitudes, agrega, pueden asumirse ante ideas, personas, eventos o contextos.
Al igual que entre plantas y animales, relación en la que éstos se desempeñan como polinizadores, el medio ambiente influye en las actitudes de los individuos, casi siempre aprendidas en éste y de las personas que tienen un papel preponderante en nuestras vidas y que admiramos. Nuestra actitud, añade la doctora Esquivias, es una manera de reaccionar en la vida de manera mental y emocional ante diferentes situaciones, es decir, cómo interpretamos la vida.
Entre otros tipos de actitud, la agresiva es una forma de actuar de una persona, que deja “ver claramente su enojo con su realidad, su inconformidad e insatisfacción con su vida misma o con la de los demás”. Una persona agresiva muestra una tendencia a actuar y dar respuestas de tipo violento, de tal suerte que la agresividad es un repertorio de actividades que se manifiestan con diferentes intensidades, que van desde la gesticulación y la explosión verbal, hasta la agresión física, explica la doctora Esquivias.
Revista Digital Universitaria: ¿Qué es la actitud del individuo ante el entorno social?
Dra. María Teresa Esquivias Serrano: La forma de proceder y actuar de una persona es entendida como “actitud”. Podremos decir que es algo que le distingue de los demás. Es una característica que nos puede hacer especial y diferente. De este modo hemos escuchado muchas veces decir: ¿te diste cuenta cómo se comportó?, reaccionó maravillosamente, o bien, espero que manifieste sus ideas sin ofensas. En todos los casos se está aludiendo a las actitudes que los seres humanos podemos asumir ante diferentes ideas, personas, eventos o contextos. Por lo tanto, la actitud que tomamos nos determina primero ante nosotros mismos, luego en cuanto a las relaciones con los demás seres humanos y como consecuencia con nuestro entorno.
Las actitudes han sido objeto de estudio por muchos años. Antonak y Livneth, (1988), mencionan que son: aprendidas mediante la experiencia e interacción con los demás; son complejas y con múltiples componentes; pueden ser estables (debido a la resistencia al cambio natural de los seres humanos); guardan un objeto social específico, ya sea: personas, eventos, ideas, etcétera; son variables en cuanto a su calidad y cantidad, dependiendo de la motivación (intensidad) y la dirección o carga (a favor o en contra), y por tanto, son manifestaciones del comportamiento que guarda la predisposición a desenvolverse de cierta forma cuando la persona está frente al referente hacia el cual proyecta esa actitud.
La actitudes son también entendidas como aquellos procesos “unitarios básicos de la personalidad”, según Curtis (1962). Las actitudes como procesos unitarios propios de la personalidad y la personalidad, entendida por la psicología social como un complejo de actitudes que incluyen las esferas: emocional e intelectual de la historia de una persona y que así le provee para relacionarse con él mismo, con los demás y con la sociedad. Una definición más actual es la de Coll (1992), que habla de las actitudes como disposiciones hacia objetos, ideas o personas, con componentes afectivos, cognitivos y valorativos, que mueven a las personas a determinados tipos de acciones.
Asimismo, la actitud que asume una persona en su medio social es relevante, porque “permea” y su alcance puede ser de gran influencia en los demás. No olvidemos que como sociedad somos un sistema y cada parte es fundamental en el todo, de tal suerte que una persona con su actitud puede influir ya sea de manera positiva o negativa en los demás.
Refiriéndonos a un marco psicosociológico, la actitud se vincula a la forma o patrón “rol” de conducta que se asume a manera personal y de forma espontánea, como una constante de la personalidad de un individuo. Allport (1955), teórico que ha sido considerado como padre de la psicología social y quien realizó investigaciones relevantes en torno a las actitudes sociales, considera que la actitud representa una disposición mental y neurológica del individuo.