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Los medios de comunicación tienen un impacto muy fuerte en el pensar y actuar de las personas. Diariamente vemos en los distintos diarios de circulación nacional, televisión o escuchamos en radio mensajes que nos invitan a consumir algún producto, la mayoría de ellos refuerzan estereotipos, estigmas y patrones que consciente o inconscientemente influyen en la vida diaria de las personas.
Como consumidores nos creamos falsas necesidades, teniendo la idea de que al adquirir cierto producto o servicio vamos a destacar más que otra persona. Él lava el auto mientras ella prepara la comida; los hombres usan tonos azules mientras las mujeres los prefieren rosas; me deben de tratar mejor sólo porque uso ropa de marca, son algunos ejemplos de superioridad que vemos a diario.
Nuestra sociedad ha normalizado el racismo y el clasismo con frases “cotidianas” que lastiman la dignidad de las personas; no lo percibimos porque lo hemos vuelto parte de nuestra cotidianeidad, pero ¿nos hemos preguntando cómo se sienta la otra persona al escucharlo?
El léxico mexicano está basado en ideologías, estigmas, estereotipos y patrones generacionales; al decirlos o escucharlos tenemos dos opciones, aceptar la burla o visibilizar dicha acción para señalar que está mal. Hagamos una pequeña reflexión sobre dichos populares o chistes sin darnos cuenta de lo que conllevan: “trabajo como negro”, “indio”, “se fue como las chachas”, “calladita te vas más bonita”, “muerto de hambre”, “no seas nena”.
Todos los ejemplos mencionados anteriormente están presentes en los medios de comunicación, propiciando muchas veces conductas machistas, homofóbicas, clasistas y racistas. Diferentes investigaciones han asegurado que en nuestro país los medios juegan un papel importante respecto a la violencia que sufren las mujeres, derivada por la promoción de estereotipos de género.