un cuento sobre el futbol con personajes
- ¡HE DICHO QUE NOOOOO!
- ¡QUE TE DIGO QUE SÍIIIIIII! ¡Y QUE QUIERO EL ÁLBUM DE CROMOS DE LA LIGA! ¡Y QUE QUIERO UN NUEVO VIDEOJUEGO PARA LA CONSOLA! ¡Y QUE QUIERO QUE QUE ME APUNTES A CLASES DE JUDO! ¡Y QUE QUIERO CELEBRAR MI CUMPLEAÑOS EN EL PARQUE DE ATRACCIONES!
- Esta bien, Rocco. Te daré todo lo que quieras, pero a cambio de que tú me des a mí primero lo que yo te pida.
- Vale, de acuerdo. ¿Qué quieres?
- Quiero que te hagas la cama, que recojas tu ropa, que hagas todos los deberes, que me ayudes a subir la compra, que llames a tu abuela para preguntarle qué tal está, que le des de comer al canario y limpies la jaula, que le hagas un dibujo a la tía Enriqueta para que lo cuelgue en la nevera, que te dejes hacer una foto para que pueda ponerla en un marco y y que te laves los dientes sin rechistar.
- Claro, pero si hicieras lo que te pido no tendría que repetirlo todos los días.
- Y, ¿qué me das si hago todo eso?
- Lo que quieras, pero primero tienes que hacerlo.
- Venga Rocco, te has portado tan bien que te mereces una recompensa. Nos vamos al circo.
Respuestas
favio y favia fueren a unas canchas porque querían jugar fútbol se encontraron unos niños y les dijeron que si querían jugar dijeron que si pero dijeron los niños que no jugaría favia por ser mujer favio la defendió y dijo que todos tienes los mismos derecho de jugar y se contentaron y vieron SHERK
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La gran final
Valores: respeto, honestidad, deportividad
La gran finalAdam y Jon eran compañeros de colegio desde el primer curso. Siempre habían sido buenos amigos, jugaban juntos al fútbol y se lo pasaban muy bien. Adam era un excelente deportista; sin embargo, Jon era bastante torpe en los deportes, aunque le daba lo mismo, y pese a eso siempre aceptaba jugar con Adam, aunque perdiera siempre.
A Adam esto de ganar siempre le empezó a gustar. Así que entrenaba muy duro para que nadie le venciera. Pero empezó a tomarse los partidos muy en serio y cambio mucho; tanto que, cuando jugaban en equipo, jugaba sucio haciendo muchas faltas y trampas para ganar siempre. A Adam ya no le gustaba jugar con Jon.
- ¿Puedo jugar en tu equipo Adam?
- No Jon, eres demasiado malo. Mejor sigue jugando en tu equipo, así es más fácil ganar el partido.
A Jon le dolían las palabras de su antiguo amigo pero pese a eso él seguía jugando y esforzándose por superar sus limitaciones.
Un día llegó al colegio la noticia de que iban a competir en el campeonato nacional de jóvenes futbolistas. Pero solo podía ir un equipo representando a cada colegio. Al final, como en los dos equipos había buenos jugadores decidieron unirse para el campeonato. Adam fue elegido capitán y enseñó a sus compañeros todas sus estrategias y sus trampas para ganar. Y así, jugando sucio, es como ganaron todos los partidos hasta que llegó el día de la gran final.
Como era de esperar, Jon se pasó todos los partidos en el banquillo. Pero lo que no esperaba nadie es que el equipo contra el que iban a jugar la final hiciera más trampas y jugara más sucio que el equipo de Adam. Nada más empezar, se lanzaron sobre el tobillo del capitán para lesionarlo y que no pudiera jugar más.
- ¡Qué vamos a hacer! -se lamentaban todos.
- Sin Adam no somos nada, perderemos seguro -decía uno.
- Mejor será que nos rindamos ahora, antes de que nos lesionemos todos -decía otro.
- ¡Ni hablar! -Jon se levantó con la intención de no permitir que se retiraran.
- ¿Qué dices? -le dijo Adam con desprecio-. ¿No has visto lo que me han hecho? ¡Son unos tramposos!
- Pero no más que tú -dijo Jon -. Tal vez sean más brutos y más despiadados, eso sí. Pero tengo una idea.
Jon les explicó las estrategias que seguía para evitar los golpes y las trampas cuando jugaba contra Adam y les animó a jugar para demostrarles que nadie podía asustarles.
- Está bien, jugad -dijo Adam -. Pero si Jon es tan listo, que sea el capitán -añadió con burla.
Todos aceptaron y jugaron el partido mientras Adam se reía del fracaso de sus compañeros, que no metían gol ni en propia puerta.
CLa gran finaluando el equipo contrario vio el esfuerzo que estaban haciendo por jugar limpio decidieron hacer lo mismo ellos también.
Fue un partido alucinante, de esos que pasan a la historia. Y cuando terminó el partido todos se sintieron muy orgullosos, incluso el equipo de Jon, que perdió por goleada.
- ¿Por qué estáis tan contentos? -preguntó Adam -.¡Habéis perdido! ¡Sois el hazmereir de todo el país!
- No Adam, te equivocas -dijo Jon -. Hemos demostrado que es posible jugar limpio y hemos conseguido también que nuestros rivales nos respeten y acepten jugar limpio por decisión propia. Además, hemos disfrutado muchísimo, porque no nos hemos preocupado tanto por ganar como haces tú, sino por ofrecer un buen juego.
Adam aprendió la lección y se disculpó con Jon, que le perdonó de inmediato. Y todos juntos se fueron cantando:
“Hemos perdido, hemos perdido, pero nos hemos divertido”.
Análisis de sus valores
Con esta historia los niños aprenderán que aunque ganar es divertido, no es lo más importante, especialmente cuando jueguen con sus amigos. El propio juego puede resultar tanto o más divertido si se juega sin trampas, con deportividad, honestidad, y por supuesto, respetando a nuestros compañeros.
- Pues yo te digo que sí. Y que quiero que me compres unas zapatillas nuevas, y una camiseta de fútbol, y que me lleves al circo mañana, y que me hagas arroz para comer, y que me dejes ver la tele hasta muy tarde.
- ¡He dicho que no!