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El alcoholismo, o dependencia del alcohol, es una enfermedad crónica producida por el consumo incontrolado de bebidas alcohólicas. Esta alteración interfiere en la salud física y mental del individuo, así como en sus responsabilidades laborales, además de afectar también al núcleo familiar y a la sociedad entera.
El consumo de alcohol en exceso produce múltiples problemas de salud en el individuo. Dentro de los problemas físicos podemos resaltar la cirrosis hepática, alteraciones cardiovasculares, hipertensión, desnutrición, problemas gastrointestinales y aumento del riesgo de ciertos tipos de cáncer. Si el consumo excesivo es prolongado, pueden aparecer problemas nerviosos y mentales, e incluso daño cerebral permanente. Otros problemas derivados del consumo de alcohol son el aumento de accidentes de tráfico y de la violencia. Asimismo, el alcohol puede causar muertes por sobredosis.
El tratamiento del alcoholismo es complicado, como el de todas las adicciones. La primera fase del tratamiento es el reconocimiento del problema por parte del paciente ya que es muy rara la aceptación voluntaria de la necesidad de tratamiento. En esta fase es fundamental que la familia y personas allegadas convenzan a la persona de la necesidad de tratamiento y participen de forma activa en la terapia.
La desintoxicación es la segunda fase del tratamiento. En esta etapa se prohíbe el consumo de alcohol al paciente. Para tratar el síndrome de abstinencia, se utilizan medicamentos denominados benzodiazepinas que producen una reducción de la incidencia de convulsiones y de delirium tremens. En esta fase también se suele seguir una dieta con suplementos vitamínicos que contrarreste las deficiencias nutricionales debidas a la enfermedad. También pueden aparecer otros problemas médicos que deben ser tratados. En un estadio más avanzado están los programas de rehabilitación que ayudan a las personas afectadas a mantenerse en la abstinencia de alcohol. Estos programas incluyen soporte psicológico, consejos, cuidados de enfermería y cuidados médicos. La educación sobre la enfermedad del alcoholismo y sus efectos es parte de esta terapia.
Otra de las fases del tratamiento la constituye la terapia farmacológica. El tratamiento farmacológico del alcoholismo ha estado limitado durante años a las terapias de aversión. Este tipo de terapia se caracteriza por el uso de fármacos que reaccionan con el alcohol produciendo reacciones desagradables. Últimamente se ha reactivado el interés de los investigadores en corregir el ansia por el alcohol. Es decir, el impulso interno mediante el cual la bebida se convierte en objetivo prioritario del comportamiento. Las sustancias incluidas en este grupo actúan anulando los efectos placenteros asociados al consumo de alcohol que ayudan a disminuir el ansia de los pacientes.
Hasta que las causas primarias del alcoholismo sean descubiertas, el problema no puede ser prevenido. De todas formas, los programas educativos sobre el alcohol dirigidos a los niños y adolescentes y a sus familiares pueden ser de gran utilidad. Los hábitos sociales correctos son fundamentales para la prevención de su abuso.