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Los cantos de trabajo narran vicisitudes de la vida del llanero y se transmiten de generación en generación. La Unesco explica que “esta práctica forma parte del sistema tradicional de crianza de ganado de los Llanos, que sintoniza perfectamente con la dinámica de la naturaleza y el medio ambiente de esta región”.
«Tienen notas largas y versos espaciados» y durante el arreo «el canto se llena de llamadas de atención a los animales para que no se pierdan y puedan seguir en grupo», explicó Bettsimar Díaz, hija del cantautor venezolano Simón Díaz (1928-2014), a la agencia AFP.
«Los cantos constituyen testimonio del devenir histórico de las comunidades y territorios en los que se inserta, resistiendo la pérdida de conocimientos y memorias colectivas» que implicarían el desarrollismo o la mecanización, expuso María Ismenia Toledo, antropóloga experta en patrimonio cultural inmaterial, a la agencia de noticias francesa.
Esta práctica está amenazada por los cambios en los espacios naturales debido a planes de ordenación territorial y nuevos usos de la tierra. Además, las transformaciones económicas, sociales y demográficas del llano colombiano y venezolano han traído consigo “una pérdida de interés por las técnicas y los valores característicos de las faenas llaneras”, advierte la Unesco.
La organización internacional sugirió establecer una estrategia pedagógica para garantizar la salvaguarda de los cantos de vaquería, que comprenden la celebración de encuentros entre los jóvenes y quienes conocen las melodías y son considerados depositarios tradicionales de esta práctica, proyectos de formación para maestros de escuela, y organización de festivales de canto.
El comité intergubernamental de salvaguardia de la Unesco estará reunido en Jeju, provincia autónoma especial de Corea del Sur, hasta el 9 de diciembre