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"Hoy en la Argentina existe un clima favorable para la renovación de las instituciones y de quienes las integran. También, como decíamos, para la articulación de un modelo estratégico de país que nos permita volver a ser creíbles y generar un esquema de progreso e inclusión social. Pero los consensos básicos requieren un diálogo fluido entre la sociedad civil y sus gobernantes. Y este diálogo, a su vez, requiere de articuladores honestos, legítimos e independientes. La prensa compenetrada y comprometida con la historia y la realidad nacional tiene una misión insustituible en períodos turbulentos como el que vivimos: ser uno de los anclajes institucionales de la democracia.
Este concepto apunta a que la sociedad encuentre un cauce adecuado para el cuestionamiento, la crítica constructiva y el necesario saneamiento de las estructuras sin alterar el orden institucional. La prensa no asociada a intereses sectoriales, aquella que intenta representar las grandes mayorías, resulta un elemento importante para el desarrollo de cualquier proyecto inclusivo. La función de los medios independientes y de fuerte raigambre nacional no puede ser suplantada en ninguna democracia, y resulta aún más sensible en períodos de crisis y de transformaciones como las que debe encarar el país. Ellos están llamados a decodificar los grandes temas, las prioridades y las urgencias. A ejercer una crítica constructiva, madura, comprometida con la democracia, la gobernabilidad y los intereses nacionales.
El sentido de trascendencia histórica de estos medios (sus vidas se cuentan por décadas), también les posibilita priorizar su función social y plantear el debate y la búsqueda de soluciones, aun cuando estos temas no sean autosustentables económicamente ni conlleven un beneficio inmediato. Así, el rol de arena pública se erige en una suerte de responsabilidad cívica y moral de cada uno de estos medios."