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RESUMEN:
El desarrollo urbano realizado en la Europa mediterránea bajo el Imperio Romano supuso un primer paso, que se superó sobradamente con el gran empuje del urbanismo europeo realizado en la edad media, y en particular entre los siglos XI al XIII. Un fenómeno de una originalidad resulta indiscutible, ya que el aspecto de las ciudades y su organización muestran una gran capacidad de innovación y puesta a punto de modelos políticos y sociales, de valores políticos y culturales que perduraron y se transmitieron a través de los siglos. Sus ambiciones de autogobierno se combinaban con la búsqueda de la paz y se aparaban en la protección del poder regio frente a los feudales. Conocieron desarrollo de nuevas formas de producción, distribución y financiación que resultaron ser claves para el futuro, y todo ello sin olvidar que fueron el emplazamiento de las Universidades y focos de cultura muy activos.
Aunque a Roma se debe un gran desarrollo del hábitat urbano de Europa, el gran empuje del urbanismo europeo se realizó en la edad media y en particular entre los siglos XI al XIII. Si la ciudad romana había sido la ciudad del poder y su peso económico se medía por su importancia, como lugar de residencia de los propietarios terratenientes, en la alta edad media la existencia de las ciudades no quedaba garantizada por un acto de coacción y se mantenía gracias a la residencia en la ciudad de los propietarios que aún vivían en ellas y a los obispos. De ese modo, el consenso hacía de la ciudad de la alta edad media una ciudad medieval y no una forma degenerada de la ciudad antigua.
Tras la caída del Imperio Romano en Occidente, las ciudades conocieron un declive pero no llegaron a desaparecer. En esa etapa, parece que razones de solidaridad, apoyo mutuo y ventajas concedidas por los poderes próximos fueron fundamentales en el estímulo de la vida urbana. Así, muchas ciudades romanas subsistieron conservando actividad comercial y artesanal (Pavía) que se vio estimulada en el siglo XI. Otras surgieron en torno a un monasterio (Saint-Omer, Malinas) o bien en torno a un Castillo (Gante, Brujas), en un emplazamiento hostil que servía de refugio (Venecia) o en la proximidad de las fronteras (Ávila, Segovia, Soria).