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Los filtros de la comunicación pueden ser de muy variada índole, desde el lenguaje, la experiencia, la lógica, la capacidad intelectual o cognoscitiva, las normas ético-valorativas prevalecientes en una sociedad, la cultura, la estructura del mensaje, el canal, la codificación, la emotividad y el valor del receptor, hasta la pertenencia a un grupo social, una profesión, ocupación, entre otros. Algunos de los más importantes son:
El lenguaje: junto a su adquisición, el sujeto asimila los valores fundamentales de su cultura. Gracias a él sistematiza el flujo de estímulos que le llegan (incluidos los mensajes) y cataloga sus experiencias.
La lógica: está estrechamente relacionada con las costumbres de las distintas culturas, de ahí que lo que es lógico en una sociedad puede no serlo en otra.
Normas éticas y valoraciones: sistema ético-valorativo de los receptores. Se refiere a su comportamiento social y a las normas que lo rigen. Cada sociedad establece normas de conducta e infunde todo un conjunto de valores en sus miembros con el fin de garantizar determinados comportamientos.
La experiencia: un receptor recibe, procesa y responde de acuerdo con las huellas que la experiencia haya impreso en su psiquis, tanto a la experiencia vital del individuo como a su nivel de habituación a los estímulos procedentes de los medios de difusión. Pueden ser profesionales, personales, entre otras.
Capacidad intelectual: implica la captación no solo del mensaje, sino del nivel de análisis y complejidad de este, teniendo en cuenta que la forma y función de un mensaje deben corresponderse con la estructura y las necesidades del intelecto al que va destinado. La cantidad de estímulos que un individuo puede asimilar depende de su capacidad intelectual. Los mensajes que rebasan cierta capacidad de comprensión se incomunican.
Emotividad: características sentimentales y emocionales, estados de ánimo que afectan la recepción. En dependencia de la emotividad, el receptor ve y oye lo que desea, y condiciona la recepción de un mensaje a ello.
Valor del emisor: el respeto y prestigio de que goza el emisor ante los receptores influirá en el análisis crítico del mensaje y su aceptación. No se cree en quien no se confía.
Aptitud física: el nivel de energía física varía. La fatiga y la enfermedad influyen negativamente en la recepción de la información.
La intertextualidad: influencias del mensaje. Un mensaje emitido por un emisor puede hacer que el receptor piense en otros emisores, debido a la influencia que han ejercido sobre dicho emisor.