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Respuesta:
Huevo
No es que debamos consumirlo a diario obligatoriamente, sino que no deberíamos evitarlo tal y como se ha creído hasta hace pocos años.
frutos secos
Durante mucho tiempo han sido demonizados por su elevada carga calórica. Aunque es cierto que nueces, almendras, anacardos, avellanas y demás frutos secos tienen un contenido calórico elevado, también lo es que “son alimentos que ayudan mucho en la saciedad, de manera que funcionan muy bien en el desayuno, aunque pueden tomarse a lo largo del día”, explica Calvet.
La coach recuerda que existen diversos estudios científicos que confirman que no existe ninguna relación entre el consumo de frutos secos y el aumento de peso. Una de estas investigaciones, realizada conjuntamente por la Universidad de Navarra y la de Harvard y publicada en el American Journal of Clinical Nutrition, señala que el consumo de frutos secos no solo no está asociado con una mayor ganancia de peso, sino que las mujeres que consumían frutos secos al menos un par de veces por semana presentaban un aumento de peso inferior a las que no lo hacían. El estudio incluía, además, una recomendación a los profesionales de la salud de potenciar la ingesta frecuente de estos alimentos, asociados a un menor riesgo cardiovascular.
Aguacate
“El aguacate, como ocurre con los frutos secos o el aceite de oliva, es rico en ácidos grasos esenciales, que son aquellos que deben obtenerse a través de la dieta”, explica Ursúa. Miguel López Moreno, nutricionista e investigador del Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación (CIAL), un centro de investigación compartido entre el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), señala que muchas personas tienden a eliminar el aguacate de la dieta cuando pretenden perder peso, dado su alto aporte calórico. Es un error, puesto que “si bien es cierto que tiene muchas calorías también lo es aporta grasas cardiosaludables y que es muy saciante, gracias a su alto contenido en fibra soluble, mucho más saciante que la fibra insoluble presente en los cereales”.
Filete de salmón con espárragos
Salmón
La doctora y nutricionista Núria Monfulleda, del centro Loveyourself, de Barcelona, recomienda consumir salmón habitualmente, pese a que “sigue siendo de los pescados con peor fama por ser de los más grasos”. Monfulleda recuerda que sus grasas son poliinsaturadas y por tanto cardiosaludables, de manera que aunque sea efectivamente más calórico que algunos pescados blancos “es hora de dejar de contar las calorías de los alimentos y fijarnos más en sus nutrientes y en su papel en el conjunto de la dieta”.
leche cruda
Leche
Otro alimento que ha cosechado una mala fama injustificada en los últimos años es la leche, que ha ido perdiendo mercado en favor de las bebidas vegetales. Pese a que durante un tiempo se ha tendido a asociar el consumo de leche con la obtención de calcio en la dieta, esta no es ni mucho menos la única fuente de este mineral, como se había creído hasta ahora. “El calcio es, de hecho, un mineral bastante omnipresente, de manera que no es imprescindible consumir lácteos, pues hay calcio en alimentos que van desde las almendras a las verduras de hoja verde. No es habitual, pues, que exista un déficit de calcio, sino de vitamina D, que junto a la falta de ejercicio físico puede aumentar el riesgo de osteoporosis”, explica Calvet.
La impopularidad de la leche se debe, entre otros motivos, a su alto contenido en ácidos grasos saturados, aunque en este caso son de cadena corta. Según la dietista-nutricionista y tecnóloga de los alimentos, Ángela Moreno, “los ácidos grasos presentes en la leche tienen entre dos y cinco átomos de carbono, entre los que destaca el ácido butírico, una de las principales fuentes que nutren a los colonocitos y por tanto beneficioso para la salud intestinal”.
Calvet añade, en este sentido, que es un error relacionar el consumo de grasas animales con una mala salud y pensar que las vegetales son siempre beneficiosas. “Es mucho más complejo que todo esto, puesto que se ha demostrado que las grasas saturadas presentes en los lácteos o el huevo pueden ser beneficiosas, mientras que la grasa vegetal que encontramos en determinados aceites puede tener efectos inflamatorios”, recuerda la nutricionista, que insiste
Explicación:
Podes sacar los alimentos de hay y después dibujas
pesticidas.
7 Patata
¿Qué sería el mundo sin ella? Cristóbal Colón hizo bien en traerla a Europa desde América. Aporta mucha energía debido a los carbohidratos, especialmente almidones, y juega un papel importante en situaciones de malnutrición y pobreza.
8 Naranja y mandarina
Son un tentempié y no engordan. El nutriente estrella es la vitamina C. Una naranja mediana o un vaso de zumo cubren prácticamente los 60 miligramos de vitamina diaria en una persona adulta. Y su poder antioxidante repele las células cancerosas.
9 Espárrago verde
Esos brotes verdes casi practican la magia: aportan pocas calorías y mucha fibra, minerales (potasio, calcio, magnesio) y vitamina E. Encima, están ricos. Porque, ¿quién se resiste a un buen revuelto?
10 Leche
Es el barniz de los huesos, a los que protege con el calcio. La enfermedad ósea más frecuente es la osteoporosis, que hay que prevenir desde la infancia, un momento crucial de la vida. De ahí que los niños tengan que tomar entre tres y cuatro unidades lácteas cada día. Y luego, en las mujeres, durante la menopausia es fundamental.
11 Yogur
A, la lactosa, ese dolor de cabeza para casi el 30% de la población. Si se tiene intolerancia a la leche hay que recurrir a los productos lácteos. Su valor nutritivo es muy similar al de la leche, pero su sabor y consistencia le dan personalidad propia. Tanto, que protege la flora intestinal, previene diarreas e infecciones. No vale decir que no gusta: hay sabores para dar y tomar.
12 Especias
sia las cultivó y ahora no existe rincón del mundo que no las utilice en su cocina. En la antigüedad su importancia era tal, que se les atribuían propiedades mágicas, afrodisiacas y curativas. Empleadas sabiamente, enriquecen las recetas y potencian los sabores. Las picantes son irritantes para la mucosa gástrica, por lo que han de emplearse poco. El perejil es una de las más usadas y aporta vitamina C y minerales. Otra ventaja de las especias: su larga vida.
13 Huevo
Alimento popular como pocos. El huevo de gallina constituye uno de los productos más comunes de la dieta humana. La clara está formada por proteínas de alto valor biológico. La yema es rica en grasa saturada, colesterol, lecitina y luteína. Ventajas: el precio asequible. Inconveniente: las bacterias a las que están expuestos, lo que puede favorecer, si su preparación no es cuidadosa, salmonelosis o diarrea. Así que la consigna es: huevo bien hecho, bien cocido, bien frito.
14 Lechuga
¿Qué comer? Si no hay tiempo ni ganas de preparar un plato, ahí está la lechuga redentora. Una ensalada y todo solucionado. Aporta pocas calorías y por eso es utilizada en dietas para adelgazar. La fibra y los minerales (en especial el potasio) le dan todavía más puntos saludables. Y en verano, con el calor sofocante, una lechuga fresca siempre es bienvenida.
15 Tomate
Este gordito de buenos colores no puede faltar en la nevera. Atención los hombres: un estudio ha probado que comer tomates reduce el riesgo de cáncer de próstata en un 35%. Los beneficios son incluso mayores cuando se consume en forma de salsa de tomate al menos dos veces por semana. Con todo, consumirlo crudo es imprescindible, ya que conserva todos sus nutrientes. Las poblaciones con dietas ricas en verduras disminuyen el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.
81 Té
La cultura asiática tiene al té en un pedestal. El resto del globo, también. Es una de las bebidas de mayor consumo, por encima del café y el vino. ¿Y eso? Estimula el ritmo cardiaco, previene las enfermedades del sistema nervioso y el Alzheimer. ¿Una taza?
19 Cacao
Una excusa para tomar chocolate: beneficia a la tensión arterial. El efecto es similar al que logran algunos fármacos contra la hipertensión. Un dulce nunca amarga a nadie, pero tampoco hay que pasarse, porque engorda.
20 Edulcorante
La preferencia por lo dulce se da desde la infancia. Los edulcorantes hipocalóricos aportan a los alimentos un sabor similar al azúcar. Se usan en muchos productos light y los pueden consumir los diabéticos.