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7 poemas para Semana Santa
La crucifix ión
E levado en la cruz, hijo mío,
te haces cada vez más vertical: tu cabeza inju riada por espinas
ya toca las más altas nubes.
No te puedo alcanzar, no puedo
cerrar tu herida con mi mano,
y la sustancia dorada
que le d io el Padre
te sigue abandonando por la lanzada.
Al aire han vuelto los olores
de tu nacimiento. Ay niño mío,
crucif icado desde siempre,
tu san gre cae
y quema la tierra
y quema los siglos. El tiempo de los pobres
y el tiempo de los reyes,
con su cada hora, tendidos,
están ardiendo a tus pies.
Mañana todo será nuevo,
menos este dolor infinito. Y no hay consuelo,
sólo una pregunta que grito
y acaso Tú repro chas:
¿Era necesario
que la carne de mi carne
sea entegada como alianza
entre la ingr ata tierra y el cielo?