• Asignatura: Química
  • Autor: arihdezhernandez
  • hace 4 años

De qué manera la Guerra Fría influyó en el estadio de la Revolución China ​

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Algo más de un cuarto de siglo después del cese de la rivalidad entre las superpotencias y el final de la Guerra Fría, el mundo podría muy bien haber llegado a otro punto de inflexión histórico: el ocaso del orden liberal internacional dirigido por Estados Unidos y el inicio de una nueva era de desorden global en la que potencias revisionistas regionales (y en particular una China en auge) sacarán ventaja de un Estados Unidos desmoralizado y polarizado para desafiar el liderazgo mundial que Washington ha ejercido desde la Segunda Guerra Mundial.

Se augura, de forma deprimente, que esta época venidera se verá caracterizada por la rivalidad de las grandes potencias por el poder, la influencia y las esferas de interés, el retroceso de la globalización, el deterioro de las normas mundiales y guerras de «proxy» (por países interpuestos). En palabras de Robert Kagan, un comentarista estadounidense en materia de política exterior, el mundo está en el umbral de una «anarquía brutal».1

Si el orden global internacional se enfrenta realmente a una transición de poder trascendental, Asia será su epicentro por una razón indiscutible: por el resurgimiento de la República Popular China como una potencia mundial que tener en cuenta.

En el corto período de cuatro décadas, los líderes chinos han transformado el país, que ha pasado de ser una economía autárquica y un actor marginal en los asuntos internacionales a convertirse en la mayor nación comercial del mundo, la segunda mayor economía y el segundo país que más gasta en defensa por detrás de Estados Unidos, además de ser una nación que confía cada vez más en sí misma, más asertiva y proactiva en Asia y en el mundo.

Aunque China ha sido capaz de conseguir esta transformación fenomenal trabajando dentro del orden mundial actual, hoy en día se siente incómoda bajo la hegemonía estadounidense y limitada por el sistema que Washington creó cuando China estaba sufriendo una guerra civil. En la actualidad, los líderes de Beijing consideran a Estados Unidos una potencia en declive y a China un país que va por el buen camino para consumar su destino manifiesto de recuperar su merecido lugar como potencia suprema de Asia.

Pero ¿es el futuro del mundo tan desalentador, problemático y propenso a los conflictos como predicen algunos observadores? ¿Están Estados Unidos y China realmente atrapados en una «trampa de Tucídides» y destinados a enfrentarse en una guerra? ¿Busca realmente China derrocar el orden liderado por Estados Unidos y asumir el reto del liderazgo global (o al menos regional)? ¿Dispone de la capacidad para hacerlo? Si China quiere liderar, ¿la seguirán otros países? O ¿pueden Estados Unidos, la República Popular China y otras grandes potencias dar con un modus vivendi en el que todos los actores puedan promover sus intereses en un juego que no sea de suma cero?

Este ensayo se propone revisar estas cuestiones analizando la evolución de las relaciones entre las grandes potencias desde el final de la Guerra Fría, el espectacular ascenso de China al poder, el resurgimiento de Rusia y el futuro de las relaciones sinoestadounidenses.

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