EN AQUELLA ÉPOCA LOS GOBIERNOS DE TURNO ESTABAN MANEJADOS POR LA

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Respuesta dada por: alixsofiarivera26
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Respuesta:

espero que te sirva

Explicación:

Se trata de multitudes que juntaron sus esfuerzos, sus voluntades y sus conciencias

para buscar cambios, pero es una historia poco conocida. El desánimo que

acompañó a las primeras derrotas y el achatamiento de miras y conciencias que

acompañó a la consolidación del neoliberalismo pusieron una barrera frente a la

historia inmediata. Remover las barreras, sobre todo las del pensamiento, no es

asunto fácil. Por eso resaltamos la importancia de un trabajo como el de Raúl Borja,

no como un punto de llegada sino como el inicio de un camino, que necesariamente

seguirá siendo una tarea colectiva.

En sus páginas recorremos la trayectoria de personas, de organizaciones, de

movimientos. Sus acciones, su pensamiento, sus relaciones. A través de la

reconstrucción de historias vivas de varios movimientos y organizaciones es posible

acercarse a los aspectos que les permitieron avanzar y fortalecerse, pero también a

aquellos otros que contribuyeron a sus debilitamientos y a sus crisis. Del mismo

modo podremos calibrar y justipreciar el papel que estas vicisitudes les cupo a otros

actores que se vincularon con los movimientos sociales: la iglesia, las izquierdas, las

ong. De algunos algo se sabía ya; de otros, lo que se dice es menos conocido.

La reflexión sobre la historia resulta relevante para no perder de vista los pasos que

nos han traído hasta acá. Pero, sobre todo, para orientar los pasos que damos hoy.

Lo que se nos antoja ineludible en estos tiempos en los que, luego del cuarto de

siglo de reinado neoliberal, nos acechan otros olvidos y otras amnesias.

M.U.

 

LOS MOVIMIENTOS SOCIALES EN LOS 80 Y 90

La incidencia de las ONG, la Iglesia y la Izquierda  

EL MOVIMIENTO SINDICAL EN LOS AÑOS 80  

Empezar a tratar el tema de los movimientos sociales en el Ecuador en el periodo

indicado haciendo una reseña del Frente Unitario de los Trabajadores es un asunto

de rigor. La organización sindical en estricto sentido no es un movimiento, sino una

estructura estable y permanente de negociación de ciertos intereses, que en

Ecuador ha sido generalmente representada por una “mesa tripartita” que ponía a

jalonear a obreros, empresarios y Estado. También, por lo general, las

representaciones de los empresarios y del Estado hicieron causa común tanto para

aprobar la política salarial anual, cuanto para acordar, en coyunturas especiales, las

medidas anti-sindicales, por ejemplo, las que tomó la dictadura última en los años

70, a las que se llamó “decretos anti-obreros”.

Sin embargo de no ser en estricto sentido “un movimiento”, el frente sindical ha

sido históricamente el que se otorgó la representación del conjunto del pueblo,

mejor dicho, de las clases populares. Hablar de “los obreros” ha sido siempre, en el

imaginario popular y el discurso recurrente, referirse a la clase que defiende “a los

demás”, ante todo en las coyunturas de ajustes económicos, elevaciones de

precios, encarecimiento de los servicios públicos… y represión de los gobiernos.

Hasta corridos los años 70 del pasado siglo esto era así y de pronto empezó a dejar

de serlo. Varios motivos hubo para aquello: el giro estratégico del capital que buscó

nuevos nichos de inversión a condición de bajar el perfil de “la contraparte

negociadora”, es decir, de los sindicatos y las centrales de trabajadores, es quizás

la causa principal de ese cambio que dio lugar a que los sindicatos pierdan a inicios

de los años 80 la representación del bloque popular. Pero también hubo cierta

deslegitimación provocada por un discurso empresarial y estatal, alrededor de los

“privilegios” que defendían las centrales sindicales, situación más bien referida a las

reivindicaciones de ciertos sectores ligados a los servicios públicos, los que en la

etapa del Estado desarrollista no establecieron bien la diferencia entre laborar en

una empresa privada o en una entidad estatal, logrando en el momento de “las

vacas gordas” ventajas remunerativas y de otro tipo, insostenibles en los años 90

cuando el Estado empezó a sentir los efectos de su dependencia económica y

financiera al sector externo.

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