• Asignatura: Castellano
  • Autor: luifercha
  • hace 9 años

Marlon caminaba por las calles de su vieja ciudad con las manos en los bolsillos con paso cansado, cabizbajo y la mirada lacia y pérdida en ningún lado. Llevaba como única carga en su mente su pasado, un pasado trágico. Resonaban en la noche sus pasos bajo la tormenta.
De repente alguien silbó. Marlon se detuvo, alzó la mirada buscando, no vio a nadie y siguió caminando.
Al poco rato el silbido fue ésta vez más intenso. Volvió a levantar la mirada y tampoco vio a nadie.
Se detuvo pensativo, miro varias veces a su alrededor sin saber de donde provenían los silbidos, pero escuchó una voz firme y regia...
-Marlon ¿donde vas?
-¿Quién eres? ¿Donde estás?
-Eso no importa ahora. No puedes verme pero yo si a tí.
Con voz temblorosa Marlon dijo asustado:
-¿Qué quieres de mi? ¡Déjame en paz! Marlon comenzó a andar más rápido... mucho más, corría asustado con rumbo a ninguna parte.
-¡DETENTE! dijo la voz. Y Marlon paró en seco, se quedó paralizado, y aterrado miraba por todas partes sin ver a nadie.
-¿Porque huyes? preguntó la voz con tono pausado y clemente.
-Porque no tengo nada ni a nadie. Huyo de mi mismo, huyo de mi vida, huyo del mundo entero y ahora… huyo de ti también. ¡VETE!
-Marlon, aunque no me puedes ver me conoces muy bien. Sé porque estás tan desesperado, la vida no te ha tratado bien, para la mayor parte de la sociedad no eres más que un desgraciado pero afortunadamente para ti unos pocos opinamos todo lo contrario.
Marlon contrariado se revolvió y sacó del bolsillo de su cazadora una vieja navaja poniendosela en el cuello.
-¡NO ERES NADIE! exclamó Marlon. Esta noche terminaré con mi agónica existencia.
Entonces sin advertir el cómo, y de dónde pudo venir, recibió un golpe seco en la mano con la que esgrimía la navaja y ésta cayó al suelo lejos de él. Recibió otro golpe en el pecho y al dar por el impacto unos pasos atrás tropezó cayendo sentado junto a una valla.
Pasaron unos segundos en los que se hizo un silencio casi sepulcral y mientras tanto entre débiles sollozos se preguntaba Marlon:
-¿qué estoy haciendo? ¿Por qué me pasa todo esto? ¿Por qué a mí? ¿Por qué no puedo dejar de escucharte? ¡Déjame morir en paz!
La voz se tornó calmada, suave, y le espetó:
-Regresa a tu casa. Allí te esperan a quienes si importas, de manera incondicional. Tú les necesitas a ellos y ellos te necesitan a ti, jamás te han fallado, no les falles tú ahora. Confía en mí, jamás te arrepentirás créeme. Ve ya y jamás se te vuelva a ocurrir cometer semejante estupidez. Mañana cuando el sol entre por tu ventana no recordarás nada de lo que ha ocurrido.
En ese momento dejó de llover, desaparecieron las nubes, el silencio de nuevo invadió la oscura noche y la luna iluminó la calle.
Marlon se levantó. No sabe muy bien cómo pero empezó a sentir una paz interior que ni siquiera él hubiese sabido describir y empezó a caminar con paso ligero hacia su casa.
Pasó media hora, justo antes de llegar a su edificio de volvió de nuevo a escuchar el mismo silbido y preguntó:
-¿Estás ahí? ¿Eres tú?
-Sí, contesto la misma voz.
-Y ¿quién eres? dímelo por favor.
-¡Soy tu amigo… soy tu alma… soy tu conciencia… soy tu espíritu… y… soy tú mismo!
Esbozando una leve sonrisa dijo Marlon: ¡Gracias!
Al llegar a su puerta su madre preguntó con voz preocupada:
-Marlon, hijo mío, ¿dónde has estado? ¡Estás empapado! ¿Qué te ha pasado?
Y con gesto iluminado Marlon respondió: Es una larga historia.

FIN
quiero saber el nudo de este cuento el inicio y el desenlase porfa ayudeme y gracias

Respuestas

Respuesta dada por: zyon2111
10
Inicio
-¡NO ERES NADIE! exclamó Marlon. Esta noche terminaré con mi agónica existencia. 
Entonces sin advertir el cómo, y de dónde pudo venir, recibió un golpe seco en la mano con la que esgrimía la navaja y ésta cayó al suelo lejos de él. Recibió otro golpe en el pecho y al dar por el impacto unos pasos atrás tropezó cayendo sentado junto a una valla. 
Pasaron unos segundos en los que se hizo un silencio casi sepulcral y mientras tanto entre débiles sollozos se preguntaba Marlon: 
-¿qué estoy haciendo? ¿Por qué me pasa todo esto? ¿Por qué a mí? ¿Por qué no puedo dejar de escucharte? ¡Déjame morir en paz! 
La voz se tornó calmada, suave, y le espetó: 
-Regresa a tu casa. Allí te esperan a quienes si importas, de manera incondicional. Tú les necesitas a ellos y ellos te necesitan a ti, jamás te han fallado, no les falles tú ahora. Confía en mí, jamás te arrepentirás créeme. Ve ya y jamás se te vuelva a ocurrir cometer semejante estupidez. Mañana cuando el sol entre por tu ventana no recordarás nada de lo que ha ocurrido. 
En ese momento dejó de llover, desaparecieron las nubes, el silencio de nuevo invadió la oscura noche y la luna iluminó la calle. 
Marlon se levantó. No sabe muy bien cómo pero empezó a sentir una paz interior que ni siquiera él hubiese sabido describir y empezó a caminar con paso ligero hacia su casa. 
Pasó media hora, justo antes de llegar a su edificio de volvió de nuevo a escuchar el mismo silbido y preguntó: 
-¿Estás ahí? ¿Eres tú? 
-Sí, contesto la misma voz. 
-Y ¿quién eres? dímelo por favor. 
-¡Soy tu amigo… soy tu alma… soy tu conciencia… soy tu espíritu… y… soy tú mismo! 
Esbozando una leve sonrisa dijo Marlon: ¡Gracias!

nudo

De repente alguien silbó. Marlon se detuvo, alzó la mirada buscando, no vio a nadie y siguió caminando. 
Al poco rato el silbido fue ésta vez más intenso. Volvió a levantar la mirada y tampoco vio a nadie. 
Se detuvo pensativo, miro varias veces a su alrededor sin saber de donde provenían los silbidos, pero escuchó una voz firme y regia... 
-Marlon ¿donde vas? 
-¿Quién eres? ¿Donde estás? 
-Eso no importa ahora. No puedes verme pero yo si a tí. 
Con voz temblorosa Marlon dijo asustado: 
-¿Qué quieres de mi? ¡Déjame en paz! Marlon comenzó a andar más rápido... mucho más, corría asustado con rumbo a ninguna parte. 
-¡DETENTE! dijo la voz. Y Marlon paró en seco, se quedó paralizado, y aterrado miraba por todas partes sin ver a nadie. 
-¿Porque huyes? preguntó la voz con tono pausado y clemente. 
-Porque no tengo nada ni a nadie. Huyo de mi mismo, huyo de mi vida, huyo del mundo entero y ahora… huyo de ti también. ¡VETE! 
-Marlon, aunque no me puedes ver me conoces muy bien. Sé porque estás tan desesperado, la vida no te ha tratado bien, para la mayor parte de la sociedad no eres más que un desgraciado pero afortunadamente para ti unos pocos opinamos todo lo contrario. 
Marlon contrariado se revolvió y sacó del bolsillo de su cazadora una vieja navaja poniendosela en el cuello. 

desenlace

-¡NO ERES NADIE! exclamó Marlon. Esta noche terminaré con mi agónica existencia. 
Entonces sin advertir el cómo, y de dónde pudo venir, recibió un golpe seco en la mano con la que esgrimía la navaja y ésta cayó al suelo lejos de él. Recibió otro golpe en el pecho y al dar por el impacto unos pasos atrás tropezó cayendo sentado junto a una valla. 
Pasaron unos segundos en los que se hizo un silencio casi sepulcral y mientras tanto entre débiles sollozos se preguntaba Marlon: 
-¿qué estoy haciendo? ¿Por qué me pasa todo esto? ¿Por qué a mí? ¿Por qué no puedo dejar de escucharte? ¡Déjame morir en paz! 
La voz se tornó calmada, suave, y le espetó: 
-Regresa a tu casa. Allí te esperan a quienes si importas, de manera incondicional. Tú les necesitas a ellos y ellos te necesitan a ti, jamás te han fallado, no les falles tú ahora. Confía en mí, jamás te arrepentirás créeme. Ve ya y jamás se te vuelva a ocurrir cometer semejante estupidez. Mañana cuando el sol entre por tu ventana no recordarás nada de lo que ha ocurrido. 
En ese momento dejó de llover, desaparecieron las nubes, el silencio de nuevo invadió la oscura noche y la luna iluminó la calle. 
Marlon se levantó. No sabe muy bien cómo pero empezó a sentir una paz interior que ni siquiera él hubiese sabido describir y empezó a caminar con paso ligero hacia su casa. 
Pasó media hora, justo antes de llegar a su edificio de volvió de nuevo a escuchar el mismo silbido y preguntó: 
-¿Estás ahí? ¿Eres tú? 
-Sí, contesto la misma voz. 
-Y ¿quién eres? dímelo por favor. 
-¡Soy tu amigo… soy tu alma… soy tu conciencia… soy tu espíritu… y… soy tú mismo! 
Esbozando una leve sonrisa dijo Marlon: ¡Gracias!


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