Respuestas
Ejemplo 1:
“Todavía veo a Hassan encaramado a
aquél árbol, con la luz del sol parpadeando a través de las hojas e iluminando
su cara casi perfectamente redonda, una cara parecida a la de una muñeca china
tallada en madera: tenía la nariz ancha y chata; sus ojos eran rasgados e
inclinados, semejantes a las hojas del bambú, unos ojos que según les diera la
luz, parecían dorados, verdes e incluso color zafiro. Todavía veo sus diminutas
orejas bajas y la protuberancia puntiaguda de su barbilla, un apéndice carnoso
que parecía como añadido en el último momento. Y el labio partido, a medio
terminar, como si al fabricante de muñecas chinas se le hubiera escurrido el
instrumento de las manos …”
Cometas en el Cielo, Khaled Hosseini.
Ejemplo 2:
Entrabamos en la habitación, cuando pudimos ver a un hombre alto, delgado y con el rostro blanco y arrugado, con grandes ojeras; esa imagen fue impresionante, pero con un poco de cordura logramos distinguir mejor, era el mayordomo pintado en un cuadro que abarcaba todo un muro.
En realidad esa casona era muy lujosa, pero los gustos del dueño eran poco comunes. El propietario de esa casona era un hombre regordete y mal encarado, su sonrisa era macabra, y sólo cuando llegaba a sonreír.
Sus pies son pequeños como los de un niño y su cabeza redonda y barbuda; en realidad no es una imagen grata, no importa cuán rico sea, nunca nos cayó bien.
Después salió su esposa, una mujer alta y creída, que media casi dos metros, me espantaba su presencia y más por tener que verla hacia la cara, pues es mala educación no hacerlo.
Por fin llego mi tranquilidad, pues su hija maría tiene un rostro agradable y apacible, contrario a sus padres, su figura es perfecta, y su atención muy delicada, entendí que nada es lo que parece.
Después de tratarlos un rato, vi que son personas sencillas y me explicaron que el retrato es el de un mayordomo que los atendió durante décadas y que se retiró recientemente; les mandó ese retrato como recuerdo pero nunca lo esperaron tan grande.