• Asignatura: Euskera
  • Autor: marcelamintiel
  • hace 3 años

explica cita bíblica de Job 38:4

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Respuesta dada por: aldinestib
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Theology of Work

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¿Quién puede comprender la sabiduría de Dios? (Job 38:4-42:6)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

La primera pregunta que Dios le hace a Job establece las pautas de lo que es principalmente un monólogo: “¿Dónde estabas tú cuando Yo echaba los cimientos de la tierra? Dímelo, si tienes inteligencia” (Job 38:4). Usando los términos más espectaculares de la Biblia relacionados con la creación, Dios revela que es el único autor de las maravillas creadas. Esto tiene grandes repercusiones en el trabajo. Nuestro trabajo refleja que somos creados a imagen de Dios, el gran Creador (Gn 1-2). Sin embargo, aquí Dios habita en el trabajo que solamente Él es capaz de hacer. “¿Quién puso su piedra angular cuando cantaban juntas las estrellas del alba, y todos los hijos de Dios gritaban de gozo?” (Job 38:6-7). “¿O quién encerró con puertas el mar, cuando, irrumpiendo, se salió de su seno?” (Job 38:8). “¿Acaso por tu sabiduría se eleva el gavilán, extendiendo sus alas hacia el sur? ¿Acaso a tu mandato se remonta el águila y hace en las alturas su nido?” (Job 39:26-27).

Incorporada curiosamente en la autoridad de Dios sobre el mundo natural, se encuentra una comprensión acerca de la condición humana. Dios le pregunta a Job, “¿Quién ha puesto sabiduría en lo más íntimo del ser, o ha dado a la mente inteligencia?” (Job 38:36). La respuesta, por supuesto, es Dios. A la vez, esto afirma nuestra búsqueda del conocimiento y demuestra sus límites. La sabiduría que Dios pone en nuestro interior hace posible que anhelemos una respuesta al misterio del sufrimiento. Aun así, nuestra sabiduría viene solamente de Dios, por eso no podemos superar a Dios con nuestra propia sabiduría. De hecho, Él implantó en nosotros solamente una pequeña porción de Su sabiduría, para que nunca tengamos la capacidad de comprender todos Sus caminos. Como hemos visto, puede ser bueno para nuestras almas expresar nuestras quejas contra Dios, pero sería tonto esperar que Su respuesta sea, “Sí, veo que me equivoqué”.

Además de continuar con este encuentro desigual, Dios le plantea un reto imposible a Job: “¿Podrá el que censura contender con el Todopoderoso? El que reprende a Dios, responda a esto” (Job 40:2). Dado que previamente Job reconoce que “no sé” es con frecuencia la respuesta más sabia, su humilde contestación no es sorprendente. “He aquí, yo soy insignificante; ¿qué puedo yo responderte? Mi mano pongo sobre la boca” (Job 40:4).


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