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Hacia finales del siglo XIX Argentina había logrado posicionarse como uno de los países más ricos del planeta. Muchas familias que salían de Europa u Oriente Medio quedaron divididas entre Estados Unidos y Argentina, ya que un destino u otro se podía decidir a partir de un boleto más económico o a un horario de salida del barco. Se ubica ese proceso virtuoso entre 1880 y 1940, años en que la mayoría de inmigrantes decidieron que Argentina sería un buen lugar para vivir, con oportunidades laborales, paz, libertad religiosa y un porvenir para la familia. Lo que siempre se comentó acerca de la opulencia argentina de aquellos años era que el país se encontraba en una élite de cinco países de posición privilegiada.
Sin embargo, una actualización del Maddison Historical Statistics reveló que en 1895 y 1896 Argentina no era uno de los países más ricos, sino el número uno, con el PBI por cápital más alto del mundo.