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El día 9 de septiembre, con motivo de la fiesta de la Madre de Dios del Claustre, patrona de la diócesis de Solsona, su joven obispo Monseñor Xavier Novell, predicó una homilía en la que pronunció estas palabras: Estar a favor de la independencia de Cataluña es legítimo moralmente, y por tanto, los católicos pueden ser independentistas.
Es verdad que se puede ser independentista y católico. Como también se puede ser ladrón y católico; adúltero y católico; asesino y católico… pero no se debe ser independentista, ni ladrón, ni adúltero, ni asesino, porque lo prohíbe la ley de Dios y la moral católica. El día 9 de septiembre de 1995, el Beato Juan Pablo II les dijo a los jóvenes reunidos en el santuario de Loreto: Queridos jóvenes: Rechazad las ideologías obtusas y violentas, manteneos lejos de toda forma de nacionalismo exacerbado.
Señor obispo, el independentismo catalanista –que no catalán- tiene mucho de ideología obtusa y exacerbada y es hijo de las ideologías anticristianas de la Revolución Francesa.
Hace más de 20 años leí la obra: Otra historia de Cataluña, del gerundense Marcelo Capdeferro. En 1967 había escrito Historia de Cataluña, inspirándose en las fuentes románticas y nacionalistas de la historiografía catalana; años más tarde, sin embargo, siguiendo criterios estrictamente científicos, consideró un deber ante la Historia rectificar su primer libro, porque había tergiversaciones e inexactitudes fundamentales muy graves. Cataluña no puede ni debe separarse de España porque es un absurdo histórico: Cataluña siempre ha sido España. Capdeferro ha escrito una historia de la Cataluña auténtica, no al margen de España, sino la historia de Cataluña dentro de España. Un hecho histórico irrefutable.