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Las personas viven más tiempo y en mejor estado de salud, pero la COVID-19 puede «tirar por la borda» los avances logrados y la mala es que el ritmo de los progresos es demasiado lento para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible y que, además, la COVID-19 nos alejará todavía más de estos
Si bien la esperanza de vida y la esperanza de vida en buena salud han aumentado, este aumento ha sido desigual.
Los mayores logros se registraron en los países de ingresos bajos, en los que la esperanza de vida se incrementó en un 21% o en 11 años entre los años 2000 y 2016 (en comparación con un aumento del 4% o de 3 años en los países de renta más alta).
En los países de renta más baja, uno de los factores a los que se debieron estos progresos fue la mejora del acceso a los servicios de prevención y tratamiento del VIH, el paludismo y la tuberculosis, así como de una serie de enfermedades tropicales desatendidas, como la dracunculosis. Otro factor fue la mejora de la atención de la salud maternoinfantil, que contribuyó a reducir a la mitad la mortalidad infantil entre los años 2000 y 2018.
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