• Asignatura: Historia
  • Autor: fachatuco
  • hace 3 años

¿Cuales lectos tiene el cuento el herrero y el diablo? diganme 8 porfa​

Respuestas

Respuesta dada por: Anónimo
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Respuesta:

Había un hombre en la isla de Hawaii al que llamaré Keawe; porque la

verdad es que aún vive y que su nombre debe permanecer secreto; pero su

lugar de nacimiento no estaba lejos de Honaunau, donde los huesos de Keawe

el Grande yacen escondidos en una cueva. Este hombre era pobre, valiente y

activo; leía y escribía tan bien como un maestro de escuela; además era un

marinero de primera clase que había trabajado durante algún tiempo en los

vapores de la isla y pilotado un ballenero en la costa de Hamakua. Finalmente,

a Keawe se le ocurrió que le gustaría ver el gran mundo y las ciudades

extranjeras y se embarcó con rumbo a San Francisco.

San Francisco es una hermosa ciudad, con un excelente puerto y muchas

personas adineradas; y, más en concreto, existe en esa ciudad una colina

que está cubierta de palacios. Un día, Keawe se paseaba por esta colina con

mucho dinero en el bolsillo, contemplando con evidente placer las elegantes

casas que se alzaban a ambos lados de la calle. «¡Qué casas tan buenas!», iba

pensando, «y ¡qué felices deben de ser las personas que viven en ellas, que

no necesitan preocuparse del mañana!». Seguía aún reflexionando sobre esto

cuando llegó a la altura de una casa más pequeña que algunas de las otras,

pero muy bien acabada y tan bonita como un juguete; los escalones de la

entrada brillaban como plata, los bordes del jardín florecían como guirnaldas y

las ventanas resplandecían como diamantes. Keawe se detuvo, maravillándose

de la excelencia de todo. Al pararse, se dio cuenta de que un hombre le estaba

mirando a través de una ventana tan transparente que Keawe lo veía como se

ve a un pez en una cala junto a los arrecifes. Era un hombre maduro, calvo y de

barba negra; su rostro tenía una expresión pesarosa y suspiraba amargamente.

Lo cierto es que mientras Keawe contemplaba al hombre y el hombre observaba

a Keawe, cada uno de ellos envidiaba al otro.

De repente, el hombre sonrió moviendo la cabeza, hizo un gesto a Keawe

para que entrara y se reunió con él en la puerta de la casa.

–Es muy hermosa esta casa mía –dijo el hombre, suspirando

amargamente–. ¿No le gustaría ver las habitaciones?

Y así fue como Keawe recorrió con él la casa, desde el sótano hasta el

tejado; todo lo que había en ella era perfecto en su estilo y Keawe manifestó su

gran admiración.

Explicación:

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