Porque la mujeres necesitan mas organismo de coperacion que liberacion​

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Respuesta dada por: Josefana
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. La situación educativa de la mujer en América Latina

Las últimas dos décadas se han caracterizado por una enorme expansión de la educación formal en la Región, situación que presenta, sin embargo, grandes disparidades entre los distintos países.

Mientras que en Argentina, Uruguay y Costa Rica, por ejemplo, la participación de la población en los estudios superiores supera a la media de algunas regiones de Europa, en Guatemala, Bolivia y Perú los niveles de alfabetización son similares a los que tenían los países industrializados hace más de cien años1.

Otro rasgo característico de nuestros sistemas educativos es el referente a las desigualdades entre las áreas urbanas y rurales, siendo estas últimas las que poseen mayores deficiencias en el servicio ofrecido. En términos generales, puede decirse que en América Latina existe una gran polarización en la que conviven bolsones de analfabetismo con sectores sociales que han incrementado significativamente su nivel educativo en las últimas décadas. Las consecuencias de este fenómeno en términos de aspiraciones y de participación social no han sido aún exploradas sistemáticamente, aunque es obvio que constituyen un serio problema en relación al desarrollo económico y a la modernización cultural, a la vez que un signo de injusticia insostenible en las postrimerías de este siglo.

Entre 1980 y 1990, a pesar de la reducción de gastos en educación producida como consecuencia de la crisis económica que afecta a nuestros países, la tasa de escolarización general se incrementó de modo notable, alcanzando en la actualidad a un 63.3% para la población femenina y a un 64.6% para la masculina2. Teniendo en cuenta los datos de escolarización de 1980 (57.7% y 59.8% para mujeres y varones respectivamente), puede observarse que, proporcionalmente, la participación de las mujeres creció más que la de los varones.

Es un hecho ampliamente reconocido que la expansión del sistema de educación formal benefició particularmente a las mujeres y, complementariamente, que el cambio más evidente en su condición social se expresa en su acceso masivo a la educación.

Sin embargo, es fundamental tener en cuenta que «la mayor igualdad de oportunidades se produjo en los niveles altos, manteniéndose las mayores discriminaciones en los grupos rurales pobres y ha persistido la diferencia entre las ‘muy educadas’ y las analfabetas...»3.

A continuación presentaremos algunos datos estadísticos sobre la situación educativa de las mujeres en América Latina. Para ello se ha recurrido a información disponible en los organismos internacionales y a algunas publicaciones que aluden a la realidad regional. Sin embargo, somos conscientes de que esta información es escasa, fragmentaria y, en muchos casos, difícil o imposible de comparar. Quizás sea éste uno de los problemas crónicos con que se enfrentan los investigadores y planificadores de políticas de igualdad de oportunidades para la mujer; me refiero a las deficiencias en los sistemas de relevamiento de información socioeducativa desagregada por sexo y su ulterior difusión.

Por otra parte, es obvio que los datos estadísticos sólo proporcionan una visión muy parcial y, en cierto sentido, superficial de la experiencia educativa de las mujeres. Indudablemente, el acceso a la educación, la permanencia y la movilidad a lo largo del sistema, son indicadores importantes de sus logros en el plano de la igualdad social.

Sin embargo, es necesario tener en cuenta que el debate actual sobre la educación y las mujeres no se limita, como en épocas pasadas, a considerar sólo los aspectos cuantitativos. El foco de interés es analizar qué aprenden allí sobre sí mismas y su futuro papel en la sociedad, por qué continúan orientándose hacia campos profesionales tradicionalmente femeninos, qué efectos tienen en el desarrollo de su identidad, autoestima y proyecto de vida, los mensajes que se transmiten a través del currículum formal y oculto; en definitiva, todos los procesos y mecanismos manifiestos y sutiles a través de los cuales la escuela transmite un conjunto de valores, prescripciones y expectativas diferenciales según género.

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