Respuestas
“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.”
Gálatas 5:22-23
“Las obras de la naturaleza pecaminosa se conocen bien: inmoralidad sexual, impureza… odio, discordia, celos, arrebatos de ira…, y envidia... y otras cosas parecidas. Les advierto ahora, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.”
Gálatas 5:19-21
¿Qué son las emociones? Se definen como estados afectivos de mayor intensidad y de corta duración que se manifiestan a través de una conmoción orgánica más o menos visible. Las emociones vienen de nosotros, son la manera que respondemos a los eventos; constituyen la expresión de nuestra subjetividad, la que exhiben nuestra forma de ser, que expresan como nos sentimos o vivenciamos las diversas circunstancias de la vida. Así, por ejemplo, al llegar a la iglesia podemos sentirnos contentos de iniciar este nuevo año en presencia de Dios, o podemos sentirnos abatidos, quizás porque estamos luchando con problemas no resueltos. Las mismas circunstancias, situaciones o eventos pueden dar lugar a diferentes reacciones, que expresan la forma personal de reaccionar o responder ante ellas. Esa expresión propia de nuestra individualidad son teñida por las emociones, ya que ellas le da color, sabor y hasta cierta textura especial a los acontecimientos.
En líneas generales, podemos decir que hay dos formas extremas de reaccionar, con emociones positivas o negativas. De acuerdo dominen una de ellas será como estaremos o nos sentiremos.
Tradicionalmente se han estudiado más las emociones negativas que las positivas, como la angustia, la ansiedad, el dolor, la soledad, la ira y las otras de la misma especie, sólo recientemente, con la aparición de una nueva rama de la Psicología, llamada Psicología Positiva cuando se ha dado un énfasis especial al estudio de las emociones positivas haciéndolas objeto privilegiado de sus investigaciones. Una de las estudiosas más reconocida en el tema es la Dra. Barbara Fredrickson, de la Universidad de Carolina del Norte, quien propone que las emociones positivas pueden ampliar el repertorio de los pensamientos y acciones del individuo y fomentar la construcción de nuevos recursos para el futuro.
Esta idea de "ampliación y construcción" (broaden and build) ha encontrado evidencias en el ámbito neurofisiológico, al descubrirse que las emociones positivas activan el sistema de las neuronas espejo en mayor medida que las emociones negativas, lo que permite comprender que las emociones positivas se relacionan con el cerebro social que favorece la interacción y la empatía.
Asimismo, un alto nivel de afectividad positiva supone entusiasmo, energía, mente despierta, reflejando una sensación general de bienestar personal y social, mientras que un bajo nivel de afectividad positiva expresa fatiga, cansancio mental y físico y engloba un amplio rango de estados de ánimo negativos, incluyendo miedo, ansiedad, hostilidad y disgusto. Pero además, la afectividad negativa indicaría la tendencia a la baja satisfacción en la vida.
Un estudio longitudinal de la Universidad de Harvard mostró que las emociones positivas correlacionaban con longevidad, espiritualidad, buena salud física y calidad en las relaciones interpersonales. Quizás el estudio más importante sobre las emociones positivas y la longevidad haya sido el realizado por Deborah D. Danner y su equipo, con 180 monjas de la Escuela de las Hermanas de Notre Dame de Milwaukee, Wisconsin, y Baltimore, Maryland, que habían escrito una reseña de su biografía cuando tenían promedialmente 22 años y fueron investigadas más de 60 años después, encontrándose que el 90% que le habían cuantificado mayor cantidad de emociones positivas seguían vivas a los 85 años, en contraste con el 34% de las que mostraron tener menos emociones positivas.