• Asignatura: Castellano
  • Autor: karinearrieta123
  • hace 4 años

cuento inventado de caperucita roja​

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Respuesta dada por: andrea05189
8

Respuesta:

Explicación:

Había una vez una niña de lo más graciosita. Su madre le había comprado un abrigo rojo y la niña lo usaba tanto y tanto (sin darle percha) que todo el mundo la llamaba Caperucita Roja.

Caperucita de hangin' por el bosqueUn día, su madre le pidió que le llevara a su abuela unos bowls con comida (porque estaba perdiendo destrezas en el arte de la cocina). La abuela vivía al otro lado del bosque, así que la mamá de Caperucita Roja le recomendó que no se entretuviera por el camino, pues cruzar el bosque era muy peligroso, ya que siempre andaba acechando por allí el lobo. ¡No, mejor aún! La mamá le pidió que mejor le diera la vuelta al bosque y fuera por un camino más seguro, aunque el tramo fuera más largo.

Caperucita Roja recogió el paquete con los bowls de comida y se marchó. Aunque la mamá le dio la instrucción de darle la vuelta al bosque, la niña prefirió atravesarlo para llegar a casa de la Abuelita, porque no le daba miedo y allí siempre se divertía al pasar: veía los pájaros, las ardillas y jugaba con ellos.

Mientras caminaba, de repente vio al lobo, que era grandote, delante de ella.

– ¿A dónde vas, niña?- le preguntó el lobo con su voz ronca.

– Voy a casa de mi Abuelita- le respondió Caperucita.

Cuando el lobo escuchó a dónde iba la chica, verificó en el GPS de acuerdo a las coordenadas del sitio. – No está lejos- pensó el lobo para sí, dándose media vuelta.

Caperucita puso sus paquetes en la hierba y se entretuvo cogiendo flores: – El lobo se ha ido -pensó-, no tengo nada que temer. La abuela se pondrá muy contenta cuando le lleve un hermoso ramo de flores además de la comida-.

Mientras tanto, el lobo se adelantó y fue a casa de la Abuelita, llamó suavemente a la puerta y la anciana le abrió pensando que era Caperucita. Un cazador que pasaba por allí había observado la llegada del lobo.

Lobo dizque dormido

Foto tomada por el cazador desde su celular, cuando se asomó a la ventana de la casa de la abuela.

El lobo devoró a la Abuelita y se puso el gorro rosa de la desdichada, se metió en la cama y cerró los ojos. No tuvo que esperar mucho, pues Caperucita Roja llegó enseguida, toda contenta.

La niña llamó a la puerta y entró, pues tenía llave. Fue al cuarto, se acercó a la cama y vio que su abuela estaba muy cambiada.

– Abuelita, abuelita, ¡qué ojos más grandes tienes!

– Son para verte mejor- dijo el lobo tratando de imitar la voz de la abuela.

– Abuelita, abuelita, ¡qué orejas más grandes tienes!

– Eso me pasa por usar aretes pesados- siguió diciendo el lobo.

– Abuelita, abuelita, ¡qué iPhone tan grande tienes!

– No es un iPhone, es un iPad- respondió el lobo ya incómodo.

– Abuelita, abuelita, ¡qué dientes más grandes tienes!

– Son para…¡comerte mejoooor!- y diciendo esto, el lobo malvado se abalanzó sobre la niñita y la devoró, lo mismo que había hecho con la abuelita.

Mientras tanto, el cazador se había quedado preocupado luego de haberse acercado e ido otra vez, y creyendo adivinar las malas intenciones del lobo, decidió regresar y echar un vistazo a ver si todo iba bien en la casa de la Abuelita. Pidió ayuda a un segador y los dos juntos llegaron al lugar. Vieron la puerta de la casa abierta y al lobo tumbado en la cama, dormido de tan harto que estaba.

El cazador sacó su cuchillo y rajó el vientre del lobo. La Abuelita y Caperucita estaban allí, ¡vivas! (no se me ocurrió cómo cambiar esta parte)

Para castigar al lobo malo, el cazador lo llevó a un refugio de animales. Como era un animal peligroso, lo pusieron en la lista de “traslados al más allá”. Cuando el lobo se dio cuenta del plan que tenían con él, solicitó terapia rehabilitante, pues quería una oportunidad de vida. En esa terapia lo ayudaron en manejo del coraje, dieta saludable y propósito de vida. Luego supimos que el lobo decidió volverse vegetariano por respeto a las criaturas y seres que se mandó en sus tiempos de portarse mal.

En cuanto a Caperucita y su abuela, no sufrieron más que un gran susto (y peste por estar dentro de la barriga del lobo), pero Caperucita Roja aprendió la lección. Prometió a su Abuelita no hablar con ningún desconocido que se encontrara en el camino; y prometió a su mamá seguir instrucciones y caminar por donde la mamá le indicara. De ahora en adelante, seguiría las juiciosas recomendaciones de su Abuelita y de su Mamá.

 

FIN

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