Una historienta donde se burlen de un niño con discapacidad
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Respuesta:
Esta historia está contada en primera persona, pero la puedes cambiar a segunda persona!! espero que te ayude
Explicación paso a paso:
En menos de un mes han saltado a los periódicos dos noticias que nos han partido el alma. Dos chicos jóvenes, prácticamente niños, que decidieron quitarse la vida debido a la presión que soportaban por las constantes burlas y el tan despreciable bullying. Uno por unas razones y otro por otras. Da igual la razón última. Nadie debería sufrir ningún tipo de vejación por ser como es y, por supuesto, nadie tiene el derecho de juzgar y acosar a los demás.
Hay una frase que dice que «los niños son crueles» quizá haciendo referencia a su inocencia y a ese peculiar modo de ver el mundo (eso puede que influya un pcoo) pero realmente debería hacerse hincapié en que lo que falla en esos casos es principalmente la educacion y el respeto: los valores.
Siempre hubo en todos los colegios la mala tradición de fastidiar a aquellos compañeros que eran diferentes. Hoy en día, en lugar de desaparecer, parece que se recrudece la situación. Debemos actuar ya.
Unido a todo esto, los niños y jóvenes con discapacidad, desgraciadamente se convierten muchas veces en blanco fácil de burlas y acoso escolar. Por si no fuera suficiente asomarse al mundo y a la adolescencia con los posibles complejos o barreras que tienen que sortear, los compañeros pueden hacer de esa época una verdadera odisea que incluso, dependiendo del grado de acoso, puede dejar huella en el futuro adulto y su socialización.
El ser diferente junto al desconocimiento que -increiblemente- aún hoy en día se da en nuestra sociedad respecto a la diversidad funcional o discapacidad, forman un cóctel que muchos que se consideran «normales» utilizan para exteriorizar sus inseguiridades en las víctimas del acoso.
Hace ya más de 20 años que yo pasé por algo parecido. Viéndolo con perspectiva creo que con la fuerza de la famila, amigos y algunas profesoras, tuve el valor suficiente para salir a flote de una situación que me llevó a plantearme muchas cosas y a derramar muchas lágrimas.
Recuerdo llegar a casa y tener sopa para comer (con lo que me encantaba y me encanta) y no tener ganas ni de una cucharada; sentir como las lágrimas caían en el plato. Malos días, malas semanas, malos meses…
Ir al instituto y escuchar cosas por mis gafas, por cómo me acercaba mucho al libro para leer, por tropezarme al no ver algo, que me hicieran la zancadilla en el pasillo… y, como no, recibir cartitas de San Valentín que eran todo lo contrario. Eso afectó a mis notas. Con lo que me gustaba escribir no era capaz ni de enlazar cuatro frases de manera correcta.
Sin embargo esas dichosas cartitas de las cuales no recuerdo apenas nada (lo bueno de la mente selectiva jejeje) fueron el comienzo del fin de aquella situación. Algunas compañeras se enteraron y me convencieron de ir a hablar con el director. Se montó una buena, se buscó a los culpables, etc. (aunque casi tengo bloqueado ese momento y no recuerdo mucho) y a partir de ahí las cosas comenzaron a mejorar. El cambio había empezado simplemente con contar lo que me ocurría.
Ocurrió que dentro de mí, y gracias a familia, amigos y a las palabras preciosas de varias profesoras, encontré la motivación. Escribí muchos versos, me esforcé en ser cada día un poco mejor que el anterior, en demostrarme a misma que todo era posible si confiaba en mí y dejaba de hacer caso a las palabras necias. Y sobre todo si no escondida lo que me pasaba.
No puedo decir que fuese fácil, y aún hoy a veces aparece la niña asustadiza, pero sé que todo eso me hizo más fuerte y me inculcó unos valores que me son muy útiles tanto a nivel profesional como personal.
Las palabras que aquí os dejo, esta historia tan personal que llevaba muchos años callada, se hizo presente estos días y me pareció apropiado darla a conocer (a pesar de que no soy muy dada a estas exhibiciones de sentimientos) para que si alguien esta viviendo algo parecido sepa que no está solo o sola y que, por desgracia, no es ni la primera ni última persona a la que le ocurre.