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El 28 de junio de 1914, en Sarajevo, la capital de Bosnia-Herzegovina, el archiduque heredero al trono de Austria-hungría, Francisco Fernando, fué asesinado junto con su esposa por un nacionalista llamado Gavrillo Princip.
El 23 de julio, el gobierno austríaco, al conocer el hecho de que las autoridades políticas de serbias estaban al tanto de la conjura, impuso a Serbia un ultimátum que demandaba a la disolución de todas las organizaciones anti-austíacas y la intervención de funcionarios imperiales en las investigaciones tendientes a individualizar a los responsables del asesinato. Serbia se negó y Austria le declaró guerra el 28 de julio. (de inmediato se puso en movimiento el mecanismo de las alianzas entre los dos bloques). Rusia, aliada de Serbia, proclamó la movilización general de sus tropas. Alemania interpretó ese gesto como ofensivo y pidió al gobierno ruso que lo anulará. Al recibir una respuesta negativa, el 1° de agosto le declaró la guerra. Dos días después el gobierno alemán extendió el estado de guerra también a Francia (aliada de Rusia) y, al día siguiente inicio las hostilidades invadiendo Bélgica, estado neutral. El acto constituía una violación abierta a los tratados internacionales que provocó la intervención de Gran Bretaña.
En 1914, Italia declaró su neutralidad (en el carácter únicamente defensivo). Destacó la posición oportunista de Benito Mussolini, quién de la neutralidad pasó a intervencionismo, para ganar adeptos personales. En abril de 1915, el primer ministro Antonio Salandra, de acuerdo con el rey Víctor Manuel III, llevó a cabo una maniobra: a espaldas del Parlamento, firmó en Londres un tratado secreto por el cual Italia se comprometía a entrar en acción a favor de la Entre ( Alianza entre Francia, Inglaterra y Rusia).
Detalle de un manifiesto francés que invitaba a la población a financiar el esfuerzo bélico.
Las ofensivas anglo-francesas de 1915 resultaron un fracasó. En 1916, los alemanes lanzaron reiterados ataques contra las tropas francesas en Verdún. En los primeros meses de 1917, los comandos alemanes intensificaron la guerra submarina contra Inglaterra.
En 1917 ambas coaliciones se dieron cuenta de que, para seguir el conflicto, se imponía un manejó diferente de la guerra.
El 18 de enero de 1919 se inauguró en París la conferencia de paz, en un clima de grandes expectativas por una nueva Europa.
Las cláusuras de la paz, firmada el 28 de junio de 1919, fueron particularmente humillantes para las potencias vencidas.
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