Respuestas
Durante el período mencionado, Rosas ejerció el cargo de gobernador de la provincia de Buenos Aires en dos períodos, entre 1828 y 1832, y entre 1835 y su renuncia a raíz de la derrota en la batalla de Caseros, el 3 de febrero de 1852.
Durante el período no existió ningún gobierno nacional, y Rosas no ejerció cargo alguno de carácter nacional, pero las demás provincias le delegaron el manejo de las relaciones exteriores de todas ellas, incluyendo la firma de tratados en tiempos de paz y las declaraciones de guerra. No obstante, el poder real de Rosas excedió en mucho esas atribuciones, ya que por medio del control económico, el dominio militar y la presión política, limitó mucho las acciones de los gobernadores de las demás provincias; de hecho, varios de ellos fueron derrocados por presión de Rosas o por imposición de sus ejércitos. Y varios otros fueron elegidos únicamente en función de las buenas relaciones que tenían con Rosas.
Respuesta:
La llamada Guerra Grande fue el resultado de una serie de acontecimientos que
entrelazaron las guerras civiles argentinas (federales contra unitarios) y uruguayas (blancos
contra colorados), a las que se agregaron las intervenciones en defensa de sus intereses
comerciales y políticos de potencias extranjeras como Francia, Gran Bretaña y el Imperio del
Brasil.
El litoral argentino se encontraba constantemente en oposición a la política rosista de
mantenimiento de los privilegios del puerto de Buenos Aires, cuya aduana constituía la fuente
primordial de sus recursos económicos. Frente a los acuerdos que se hacían y deshacían entre
los gobernadores de Corrientes y Entre Ríos y el presidente oriental Fructuoso Rivera, así
como con el gobernador del estado de Río Grande, en disidencia con el Imperio brasileño, el
gobernador de Buenos Aires Juan Manuel de Rosas decidió en los albores de 1842 el retorno
a la región del ejército comandado por Manuel Oribe, vencedor de Lavalle y de la Liga del
Norte.
Era el momento oportuno para que Oribe recuperara el poder en la Banda Oriental,
perdido el 24 de octubre de 1838, a manos de Rivera. Para Rosas era la posibilidad de acallar
la acción de los emigrados argentinos instalados en Uruguay, agrupados en la llamada
Comisión Argentina, y de contar en su frontera oriental con un gobierno aliado, favorable a su
política.
Las desavenencias entre los dirigentes litoraleños y Rivera, llevaron al general José
Maria Paz, a abandonar la jefatura del ejército destinado a luchar contra Rosas, dejando a
Rivera como “director de la guerra”. Su ejército era de 1500 infantes y 4500 hombres de
caballeria. Según el general César Diaz, uno de los prohombres de la Defensa, pero adversario
político de Rivera, era un ejército sin organización, heterogéneo, desconocido para Rivera,
quien nunca había dirigido tantos hombres1
. Otros testimonios contemporáneos contradicen
esas afirmaciones, hablando de una formación “en el mejor estado de disciplina y
entusiasmo”, vigorizado con los triunfos de Ca-aguazú y sobre Urquiza en el Gualeguay. Ruiz