• Asignatura: Matemáticas
  • Autor: silvercardillo8
  • hace 4 años

que trato hicieron mister hall y candiyu Y a que le llamaba pescar vigas? en el cuento los pescadores de vigas

Respuestas

Respuesta dada por: nortiz17
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Respuesta:

El cuento trata sobre un hombre llamado Candiyú que quiere conseguir un gramófono que posee su jefe, míster Hall. ... A pesar de esto, míster Hall le ofrece darle el gramófono y algunos discos si pesca en el rio vigas de palo rosa.

Explicación paso a paso:

Respuesta dada por: uuuuuhhjjj
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Respuesta:

Los pescadores de vigas

El motivo fue cierto luego de comedor que míster Hall no tenía aún, y

su fonógrafo16 fue quien le sirvió de anzuelo.

Candiyú lo vio en la oficina provisoria de la “Yerba Company”, donde

míster Hall maniobraba su fonógrafo a puerta abierta.

Candiyú, como buen indígena, no manifestó sorpresa alguna, conten-

tándose con detener su caballo un poco al través delante del chorro

de luz, y mirar a otra parte. Pero como un inglés, a la caída de la noche, en mangas de camisa por el calor, y con

una botella de whisky al lado, es cien veces más circunspecto17 que cualquier mestizo, míster Hall no levantó

la vista del disco. Con lo que vencido y conquistado, Candiyú concluyó por arrimar su caballo a la puerta, en

cuyo umbral apoyó el codo.

-Buenas noches, patrón ¡Linda música!

-Sí, linda-repuso míster Hall.

-¡Linda! -repitió el otro-. ¡Cuánto ruido!

-Sí, mucho ruido -asintió míster Hall, que hallaba no desprovistas de profundidad las observaciones de su visi-

tante.

Candiyú admiraba los nuevos discos:

-¿Te costó mucho a usted, patrón?

-Costó... ¿qué?

-Ese hablero... los mozos que cantan.

La mirada turbia, inexpresiva e insistente de míster Hall, se aclaró. El contador comercial surgía.

-¡Oh, cuesta mucho!... ¿Usted quiere comprar?

-Si usted querés venderme... -contestó llanamente Candiyú, convencido de la imposibilidad de tal compra.

Pero míster Hall proseguía mirándolo con pesada fijeza, mientras la membrana saltaba del disco a fuerza

de marchas metálicas18.

-Vendo barato a usted... ¡cincuenta pesos!

Candiyú sacudió la cabeza, sonriendo al aparato y a su maquinista, alternativamente:

-¡Mucha plata! No tengo.

-¿Usted qué tiene, entonces?

El hombre se sonrió de nuevo, sin responder.

-¿Dónde usted vive? -prosiguió míster Hall, evidentemente

decidido a desprenderse de su gramófono.

-En el puerto.

-¡Ah! yo conozco usted... ¿Usted llama Candiyú?

-Así es.

-¿Y usted pesca vigas?

-A veces, alguna viguita sin dueño...

-¡Vendo por vigas!... Tres vigas aserradas. Yo mando carreta. ¿Conviene?

Candiyú se reía.

-No tengo ahora. Y esa... maquinaria, ¿tiene mucha delicadeza?

-No; botón acá, y botón acá... yo enseño. ¿Cuándo tiene madera?

-Alguna creciente... Ahora debe venir una. ¿Y qué palo querés usted?

-Palo rosa. ¿Conviene?

-¡Hum!... No baja ese palo casi nunca... Mediante una creciente gran-

de, solamente. ¡Lindo palo! Te gusta palo bueno, a usted.

-Y usted lleva buen gramófono. ¿Conviene?

 

Por lo cual el mercado se realizó, a tanto tiempo de plazo.

Explicación paso a paso:

Esa noche el agua subió un metro aún, y a la tarde siguiente Candiyú tuvo la sorpresa de ver en el extremo de

su anteojo una barra, una verdadera jangada de vigas sueltas que doblaban la punta de Itacurubí. Madera de

lomo blanquecino, y perfectamente seca.

Allí estaba su lugar. Saltó en su guabiroba24, y paleó al encuentro de la caza.

.


uuuuuhhjjj: Candiyú esquivó, derivó, tropezó y volcó muchas veces más de las necesarias para llegar a la presa. Al fin la
tuvo; un machetazo puso al vivo la veta sanguínea del palo rosa, y recostándose a la viga pudo derivar con ella

oblicuamente algún trecho. Pero las ramas, los árboles, pasaban sin cesar arrastrándolo. Cambió de táctica; en-
lazó su presa, y comenzó entonces la lucha muda y sin tregua, echando silenciosamente el alma a cada palada.
uuuuuhhjjj: Una viga, derivando con una gran creciente, lleva un impulso suficientemente grande para que tres hombres titubeen antes de atreverse con ella. Pero Candiyú unía a su gran aliento, treinta años de piraterías en río bajo o alto, deseando -además-ser dueño de un gramófono. La noche que caía le deparó incidentes a su plena satisfacción. El río, a flor de ojo casi, corría velozmente
uuuuuhhjjj: La guabiroba se estrelló por fin contra las piedras, se tumbó, justamente cuando a Candiyú quedaba la fuerza suficiente-y nada más-, para sujetar la soga y desplomarse de boca. Solamente un mes más tarde tuvo míster Hall sus tres docenas de tablas, y veinte segundos después -ni más ni menos-, entregó a Candiyú el gramófono, incluso veinte discos.
uuuuuhhjjj: a firma Castelhum y Compañía., no obstante, la flotilla de lanchas a vapor que lanzó contra las vigas -y esto por bastante más de treinta días- perdió muchas. Y si alguna vez Castelhum llega a San Ignacio y visita a míster Hall, admirará sinceramente los muebles del citado contador, hechos de palo rosa
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